Capítulo 5

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Se despertó en una habitación totalmente blanca. Olía como a líquidos de limpieza y todo parecía estéril y casi quemaba su nariz un poco. Se movió en su cama y se estremeció ante el dolor que araño su cabeza, dando un gemido lastimero que llamo la atención de las enfermeras. Bueno... pensó que eran enfermeras.

—Hola. Finalmente veo que despiertas. —Le sonrió el hombre amablemente y Harry entrecerró sus ojos un poco por la luz del sol y trató de enfocarse en la cara del hombre. No estaba usando ningún traje que había visto en los trabajadores del recinto. El hombre tenía unos cómodos pantalones y una camisa aparentemente.

—¿Quién eres? —graznó Harry.

—Soy Joshua, pero puedes llamarme Josh. Soy uno de los enfermeros —dijo Josh, manteniendo su cálida sonrisa en su cara.

—¿Enfermero? ¿No eres doctor? —preguntó confuso, tragando gruesamente y Josh se acercó para darle un poco de agua que Harry recibió con gratitud.

—Estoy estudiando para convertirme en uno. Sé que aquí no hay muchos enfermeros hombres, pero pagan bien. —Josh se encogió de hombros mientras Harry tragaba agua.

—¿Qué haces en un manicomnio? —murmuró, para él mismo, más que nada.

—Era el único lugar en el que aceptaban enfermeros hombres. —Josh se encogió de hombros y Harry asintió. El chico se veía bien, en realidad.

—Entonces, ¿estás bien con el hecho de que usen electricidad para hacer callar a la gente? —dijo amargamente, su cabeza todavía pitando y Josh se retorció un poco.

—No, realmente no —respondió Josh tranquilamente después de un rato y Harry levanto la vista hacia él con ligera impresión. Sí, realmente le estaba empezando a gustar este chico—. Funciona para algunos, como aquellos con convulsiones, pero para gente como tú, que sólo tiene depresión...

—No tengo depresión. —Lo cortó rápidamente.

—La electricidad no hace absolutamente nada, excepto empeorar los síntomas, quizás. Si me lo preguntas, ellos lo usan como un castigo —terminó Josh con un susurro y Harry asintió.

—¡Eso es exactamente lo que es! Tengo que salir de aquí, Josh. Mis amigos y yo. Este lugar no es seguro —susurró Harry y Josh se inclinó un poco para escucharlo y después se enderezó repentinamente nervioso.

—Harry, no sé si puedo ayudarte con eso. Yo... Se supone que ni siquiera debería hablar con los pacientes. —Josh miró hacia otro lado con inquietud y Harry suspiró. La primera persona que encuentra que está en contra de las torturas es un cobarde.

—Imagine mucho. —Tomo un sorbo de agua—. ¿Cuando me puedo ir de aquí, entonces? —Cambió el tema y Josh lo miro con una disculpa en los ojos, como si sintiera no poder ayudarlo. Pero Harry no necesitaba una disculpa, necesitaba alguien que lo ayudara.

—Esta mañana —respondió Josh simplemente y Harry asintió, colocando su agua en la mesita y se acomodó en su cama, efectivamente cortando la conversación. Oyó pisadas alejándose de él y suspiró ligeramente, cerrando sus ojos tratando de combatir su dolor de cabeza. Si no lo ven, él realmente podría desarrollar una depresión.

*

Cuando nuevamente despertó había una suave luz en la blanca y estéril habitación. Parpadeó rápido para levantarse. Las puntadas en su cabeza habían desaparecido así que podía relajarse sin tener que pestañear a cada segundo.

—¿Listo para volver, Harry? —Escuchó a Josh preguntar y se levantó de la cama con un pequeño asentimiento y siguió a Josh fuera de la habitación. Se quedó en silencio mientras Josh lo llevaba por el manicomnio. Trató de concentrase para recordar como era el lugar, pero su cabeza seguía doliendo y sólo se encontró consentrandose en sus pies para mantener sus ojos alejados de la luz solar. Se sentía como con resaca pero él sabía que esta lejos de ser eso. De hecho él deseaba que fuera eso, en este punto. Quizá eso lo haría sentir un poco mejor consigo mismo. Tenía la sensación de que tendría pesadillas sobre este suceso que nunca querría repetir.

Asylum - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora