Sus ojos acaban completamente conmigo, siento como mis piernas comienzan a temblar, como si me estuviera desnudando con solo la mirada. Me pongo nerviosa de nuevo.
Y se comienza a acercar, lentamente, recorriendo esos pocos centímetros que nos separa en mucho tiempo que el que en otra situación hubiera durado.
-Tú cuerpo es la combinación perfecta para la entrada al enloquecimiento y al deseo... estar contigo es como arder en el mismo infierno por dentro... con el deseo de recorrer cada centímetro de tu piel con mis manos o mi lengua...
Mi respiración comienza a irregularce, hasta que solo queda un pequeño espacio, tan pequeño como un centímetro de distancia.
-Pero aquí no va a pasar nada que no quieras que pase, tienes el control, mariposita.
Y me besa, más rápido de lo que duro en caminar hacia mi, me toma entre sus brazos, apretándome hacia él, besándome con una pasión que jamás había sentido tan vivamente. A falta de espacio y de su movimiento tan imprevisto, no puedo evitar que mis manos se queden fijas en su abdomen, sin siquiera terminar de procesar del todo lo que esta pasando me comienza a llevar hacia atrás, lentamente, pero sin dejar de besarme y apretarme.
Santo Dios, se está volviendo adicto besarle, y a penas es la segunda vez que lo hago. Y caemos en la cama, yo tumbada sobre ella y él encima mío. Mi mano que estaba en su abdomen cae un poco más bajo, llegando a su cintura, y es cuando siento su toalla caer sobre mis piernas, resbalándose hacia el suelo.
Su mano se cuela bajo la camisa, dibujando mi cintura a la perfección con ella. Que en este momento se siente enorme a comparación de mi cintura. Y tomándome con fuerza, me jala más arriba con suavidad pero con firmeza al mismo tiempo, subiéndome aún más a la cama.
Pero no es hasta que le siento rozar sobre mis piernas que llego al límite del nerviosismo.
¿Ves?, solo quiere sexo.
Me enderezo rápidamente, consumida por el miedo que mis propios pensamientos me ha dado, con la cabeza le pego en la suya, haciendo que se quite de encima y caiga sentado a un lado, mientras se soba la cabeza, soltando un pequeño gruñido.
-L-lo s-siento.
Y como si fuera un resorte, tomo mis cosas rápidamente del mueble de la cama: mi celular y mis llaves. Para salir corriendo.
No es hasta que estoy frente a la puerta que escucho algunos pasos arriba y su ronca voz:
-¡Nicole, espera!
Y antes de poderme acobardar por solo llevar unos bóxers suyos y una camisa, salgo de la casa cerrando la puerta algo fuerte y corriendo a la mía para entrar con prisa.
Cierro la puerta de mi habitación sin hacer nada de ruido. Todo está oscuro, mi corazón late a mil por hora, y siento toda mi cara arder por el sonrojo.
No puedo creer que haya pasado la calle con estas trazas. No puedo creer que haya besado a Ethan. No puedo creer que lleve ahora mismo su camisa. No puedo creer que le haya visto prácticamente desnudo, aunque no me tome mucha atención a aquello por salir a las prisas de su casa... más bien por escapar de su casa.
Más resumida: no creo nada de lo que ha pasado en esta noche-madrugada.
Me aviento a la cama, y me envuelvo en el cobertor intentando dejar de pensar aunque sea por unos momentos.
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El chico de enfrente
Teen Fiction¿Qué tan malo puede ser la atracción entre la brillante luz y la abrupta oscuridad? Nicole, es una estudiante de ultimo año de preparatoria, con una vida lo bastante normal como cualquiera chica de su misma edad. Solo por un pequeño detalle... es de...