Prólogo

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Todo estaba oscuro, mi visión estaba limitada a unos cuantos metros delante de mí pero tenía que seguir adelante pese a esta desventaja. Podía sentir mi respiración yendo de una forma irregular mientras seguía corriendo para evitar que aquello que me perseguía consiguiera atraparme.

En este punto no podía detenerme, tenía que seguir adelante sin importar que para mantenerme con vida.

──¡Deja de correr maldito mocoso! ──Gritó aquella cosa que ya se escuchaba a unos metros de donde iba.

A cada segundo escuchaba las hojas y ramas del suelo rompiéndose al mismo tiempo que varios troncos de árboles cayendo por detrás de mí.

Justo cuando estaba por acercarse aun más conseguí esconderme detrás de un árbol, llevándome la mano a la boca para intentar amortiguar mi respiración.

Ese monstruo continuó arrastrándose por detrás de mí, por unos segundos sentí que me atraparía pero al final siguió con su camino, dándome unos segundos para respirar con tranquilidad. No pude evitar suspirar al mismo tiempo que sentía mis músculos relajarse. Miré hacia atrás de forma cautelosa, ella ya se había ido en mi busqueda, no sabía hacia donde pero dudaba que hubiera regresado por donde habíamos venido.

Me tomó unos segundos para recobrar el aliento antes de levantarme y regresar por donde había venido pero mis pasos eran un poco torpes debido a la adrenalina que había bajado hace unos segundos.

──«Si tan sólo le hubiera hecho caso a Amber... ──pensé al recordar que me había dicho que siguiéramos adelante──. Da igual, eso ya no importa ahora, lo mejor es que siga adelante y busqué a Helen y Samantha».

Continué corriendo por lo que pareció ser una eternidad ─aunque en realidad sólo habían sido dos o tres minutos─ hasta que conseguí llegar al pequeño claro en donde me había encontrado con esa cosa. Aquí fue donde decidí tomar un pequeño descanso, tratando de buscar la dirección por la que había llegado hace varios minutos mientras mi mente estaba llena de preguntas; ¿cómo es que los encargados de habernos traído aquí nos habían dejado a nuestra suerte? ¿Cómo se supone que llegaríamos a la Kahane si ni siquiera sabíamos dónde estábamos parados?

Suspiré. Esas preguntas se responderían una vez terminaramos con esta "prueba", por ahora tenía una cosa más importante; encontrar a mis amigos.

──«¿Qué se supone que debo hacer?» ──Me pregunté mientras caminaba para salir del claro pero sabía que separarnos había sido idea mía desde un inicio.

Ahora tenía que hacerme cargo de la propuesta que había hecho, pese al miedo que estaba sintiendo en ese momento.

Reanudé mi camino con cuidado, siendo honesto ya no quería encontrarme con más de esas cosas, si es que aún habían más como ella por toda la isla y espero que no. No quisiera tener que enfrentarme a dos mujeres/hombres con la mitad de su cuerpo parecidos a una serpiente enorme.

Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor y tampoco me di cuando aquella cosa se lanzó en mi contra dándome un golpe con la fuerza suficiente como para terminar estrellándome contra un árbol, derribándolo en el proceso.

──M-maldición... ──mascullé, escupiendo la sangre que se había acumulado en mi boca──. «¿Cómo fue que me encontró?»

Poco a poco me levanté, sentía que mis piernas podrían llegar a flaquear en cualquier momento pero mi atención fue directo a mi abdomen, dándome cuenta de que tenía un enorme zarpazo ─que me había hecho al momento de atacarme─. Esto era preocupante, sabía que si no detenía la sangre pronto podría terminar muriendo desangrado.

𝗘𝗹𝗲𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora