Un viaje agotador

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El chirrido de las vías del tren despierta a Ann. Recuerda cómo después de subir al tren con destino a Francia, deseó un buen viaje a su hermana mayor, conectó los auriculares a su móvil y se hechó en la ventanilla. Debió de ser que el viaje a Alemania pudo con ella, con toda su energía, y que cayó dormida antes de que pudiera darse cuenta.
-Vamos Ann, coje tus cosas, ya hemos llegado.-le dijo Chloe, su hermana.
La voz de su hermana siempre le había inspirado serenidad y confianza. Ann sabía la suerte que tenía al contar con una persona así en su vida. Por fuera, su hermana parecía una chica corriente, pero por dentro, era de roca, dura y resistente. Había sufrido. Mucho. Cuando los padres de ambas fallecieron en un vuelo que nunca llegó a su destino, fue ella quien tuvo que levantarse sola, y lo que más duro le resultó, explicarselo a la pequeña Ann Harper. En Canadá, su tierra natal, las chicas vivían en una casa humilde. Su vida era como cualquier chica desearía; no tenían dinero, pero eran felices. Cuando ocurrió el accidente, Ann tenía 8 años. Chloe decidió esperar a que su hermana fuera algo mayor para llevársela a Francia con su tío, mientras que ella continuaba sus estudios en la universidad. La adaptación fue fácil, ya que en casa en Canadá siempre habían hablado tanto inglés como francés. A Ann le costó a hacer amigos, tanto le costó, que aún con catorce años no tenía amigos de verdad. En su vida sólo había gente falsa, lobos con piel de cordero, y al fin y al cabo, el mundo está lleno de esas personas. A parte de su familia, la poca que le quedaba, había alguien que le mantenía en pie, con la sonrisa en la cara aunque tuviera ganas de llorar. Era su ídolo, su soporte. Shawn Mendes. Al oir su nombre le brillaban los ojos. Pero no todo el mundo la entendía. Nadie la entendía. Así que a veces le tocaba callárselo todo y seguir como lo había hecho desde que él apareció en su vida.

Al salir de la estación, cojieron un taxi hacia su casa. Su tío no estaba, así que Ann sacó las llaves de su bolso y abrió la puerta. Las dos subieron a su habitación sin decir una palabra. Estaban agotadas. Se habían pasado los tres días en el parque de atracciones, de un lado a otro sin parar.
Ann se puso el pijama, se lavó los dientes, recogió con una coleta su larga melena rubia y saltó a su cama.

Mañana será otro día.

Breaking Walls (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora