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*****†*****(El sueño)*****†*****

Pov Mary:

Esto no puede estar pasándome a mí. Señor, ¿qué hice para merecer esto? Mis padres saben que socializar con otras personas me causa ansiedad y, aun así, me mandan a esa universidad donde hay puros riquillos.

Me llamo Mary Milton, tengo 19 años, mido 1.55 de altura y soy gordita. No me gusta mi cuerpo para nada; visto ropa holgada para cubrir mis rollitos. Si buscara cómo definir mi cuerpo, sería como el peor cuerpo que puedan ver. Gracias a mi inseguridad, si así se puede decir, sigo siendo virgen y no me quejo. Me encanta ser virgen, estoy bien con eso y, además, no me hace falta tener sexo. ¿Por qué? Esa mierda duele y yo no estoy para soportar dolor.

Bueno, como sea, me fui del contexto. Tengo una amiga, mi única amiga en realidad. Ella es más liberal, por así decirlo. Ella ya está estudiando en la universidad y va por su segundo semestre de leyes. Es flaca, alta (1.65 de estatura), de piel chocolate, cabello corto y tiene 22 años. Se llama Ainara Silf.Se mudó a Nueva Jersey hace como tres años y, por lo que me dice, le va súper bien.

Yo estoy viviendo en Nueva York, pero dentro de tres días me voy para Nueva Jersey. A mi padre lo transfirieron a la nueva sede que abrieron de la constructora A & J y, pues, no nos queda de otra que irnos. No me quejo porque en la universidad no voy a estar tan sola, que digamos.

-Mary, ¿me estás escuchando?- me pregunta mi mamá, y niego lentamente, haciendo un gesto de disculpa. -Bueno, te decía que si ya estás preparando todo. En dos días sale el vuelo-

-Estoy en eso, mamá- digo en voz baja, jugando con la poca comida que tengo en el plato. -¿Y tú terminaste de empacar?-

-¡Siii! Tengo todo arreglado, solo unos detalles que me faltan por culminar para estar lista-. Mi mamá está tan emocionada que empieza a dar saltitos como loca, dejándome sola con mis pensamientos.

Solo espero que mañana sea un mejor día...

Me levanto de la mesa, recojo todo para limpiarlo y ponerlo en su sitio. Luego de terminar mi quehacer, subo a mi habitación para acomodarla un poco. Cuando termino, veo la hora y me doy cuenta de que ya es tarde, así que me voy al baño a tomar una ducha para dormir más fresca.

Salgo del baño, me pongo mi pijama, que consiste en una camisa grande que me llega tres dedos arriba de la rodilla, y me acuesto. No tardo tanto en llegar a la oscuridad.

*****†*****

Estoy en una habitación muy bonita; todo a mi alrededor grita elegancia y dinero, mucho dinero. En el centro de la habitación hay un candelabro muy grande y hermoso. Las paredes están pintadas de un azul electrónico muy bonito, los muebles se ven finos y elegantes. Hay un cuadro en una de las paredes, donde se percibe la figura de dos hombres que se ven muy imponentes y masculinos, aunque la altura del cuadro no me permite apreciar los rostros de los hombres que allí yacen.

De repente, siento una presencia detrás de mí y un escalofrío recorre mi columna vertebral. Con miedo, volteo lentamente y allí, en una puerta abierta, está un hombre alto, muy alto, que se va acercando a pasos lentos, como si fuera un depredador a punto de cazar su presa, que en este caso sería yo.

Mientras más se acerca, yo retrocedo, hasta que choco con la pared y él me acorrala, poniendo sus manos a los lados de mi rostro.

Alzo mi vista para apreciar su rostro, pero la oscuridad es tan espesa que no logro distinguir nada de él.

Con su mano acaricia mi mejilla y siento esa electricidad en todo mi cuerpo. Mi respiración está acelerada y eso que solo es su tacto en mi rostro. ¿Qué me pasa? No entiendo qué está ocurriendo. Pero se siente tan bien. Su gran mano lentamente va bajando hasta mi cuello y hace presión sin hacerme ningún tipo de daño.

Lentamente baja su rostro, hasta que siento su aliento en mi oído y noto una gran molestia en mi vientre bajo. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no lo alejo?

-Pronto serás nuestra pequeña-. Su voz, Dios, están gruesa y tan varonil; todo mi cuerpo tiembla ante aquella imponente voz.

No digo nada, ni una sola palabra. Mi mente está en un caos y mi cuerpo es un manojo de nervios.

Siento cómo besa el lóbulo de mi oreja y va dejando pequeños besos hasta que llega a mi clavícula. Para este momento, ya soy un desastre; mi respiración y mi cuerpo no están en sintonía con las alarmas que suenan en mi cabeza, que me advierten que me aleje, que él es peligroso.

Y cuando pienso que voy a poder ver su rostro, pasa...

*****†*****

Me despierto sobresaltada por el ruido que genera mi despertador. Odio tanto mi despertador en estos momentos; si tan solo se hubiera tardado un poco más, hubiera visto el rostro de ese hombre. Pero, ¿qué piensas, Dios? Mejor me levanto para ir a terapia.

Camino al baño a hacer mis necesidades matutinas. Luego de que ya terminé de asearme, me visto con un pantalón holgado y una camiseta ancha. No me gusta usar ropa pegada a mi cuerpo porque soy gordita y eso no se me vería nada bien. Además, no me siento preparada para mostrar mi cuerpo ni nada de eso.

Bajo a desayunar y en la mesa están mis padres ya desayunando. El primero en percatarse de mi presencia es mi padre.

-Buenos días, mi amor. ¿Cómo descansaste? -pregunta mi padre con una sonrisa igual a la mía.

-Buenos días, papi. Yo descansé bien -le respondí, restándole importancia.

-Me alegro, mi niña. Bueno, desayuna para llevarte a tu terapia -con eso se levanta y me da un beso en la frente-. Te espero en el auto, apúrate que vamos a llegar tarde -y sale sin decir más.

Hago lo más rápido que puedo y salgo de la casa para montarme en el auto. Ya faltan dos días para irnos de aquí a una nueva vida; solo espero que allá me vaya mejor que aquí.

Y con esos pensamientos, me quedo dormida porque el viaje a la clínica va a ser largo.

En el vacio de su amor ©+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora