Tensiones no dichas.

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Después de que Kai se alejó, Lía y Lucas se quedaron en silencio por un momento. Ella se acomodó en su silla, estirando las manos sobre el escritorio como si buscara aferrarse a algo sólido. Lucas, en cambio, cruzó los brazos y observó distraídamente los papeles que Lía tenía frente a ella, aunque su mente estaba lejos de ahí.

—¿Te parece simpático? —preguntó Lía, rompiendo el silencio. Lo miró con curiosidad mientras se inclinaba un poco hacia él, como esperando una respuesta que la relajara.

Lucas parpadeó un par de veces antes de contestar, regresando a la realidad. —¿Kai? —se encogió de hombros, desviando la mirada hacia la puerta por donde había salido. —No lo conozco lo suficiente.

—A mí me ha dado buena impresión —comentó ella con una leve sonrisa, mientras sus dedos tamborileaban sobre la mesa. Intentaba sonar despreocupada, pero sentía que Lucas no estaba completamente en sintonía con su humor habitual. Algo le rondaba la cabeza, y eso siempre la hacía sentir inquieta.

—Seguramente —dijo él con un tono más distante de lo normal, intentando mantener la compostura. Luego se volvió hacia ella con una leve sonrisa, como si intentara disipar la tensión—. Pero no te preocupes por eso ahora, todavía tenemos muchas cosas que hacer aquí.

Lía asentado, aunque algo en el ambiente había cambiado. Había algo en la actitud de Lucas que no encajaba, pero no sabía bien cómo ponerlo en palabras. Decidió no darle más vueltas; ya había tenido suficiente con la mañana.

—Sí, tienes razón —respondió, volviendo a centrarse en los documentos que tenía delante—. Además, Christopher estará pendiente de cada detalle, así que mejor nos ponemos al día.

Lucas no dijo nada. Se limitó a asentir suavemente antes de tomar su propio espacio de trabajo, pero en su mente las cosas seguían girando, sin encontrar todavía un orden.

Después de un día agotador en la oficina, Lía sintió la necesidad de despejarse un poco. Con una sonrisa cómplice, se volvió hacia Lucas mientras ambos recogían sus cosas.

—¿Qué te parece si vamos a un bar karaoke? —propuso Lía, buscando animarlo—. Un poco de música y unas copas no nos vendrían mal después de este día de locos.

Lucas, aunque cansado, no pudo resistirse a la invitación.

—Suena perfecto, necesito distraerme.

Ambos dejaron todo en orden y se dirigieron al ascensor, intercambiando risas y comentando las canciones que planeaban cantar para desahogarse. Sin embargo, cuando las puertas del ascensor se abrieron, se encontraron con Christopher Everhart y Kai Evans. Kai revisaba unos detalles en su tablet mientras Christopher lo escuchaba con atención, pero ambos levantaron la vista al ver entrar a Lía y Lucas.

—Buenas noches —saludó educadamente Christopher, inclinando ligeramente la cabeza.

—Adelante, cabemos todos —añadió Kai, acomodándose las gafas que antes no llevaba puestas.

—Buenas noches —respondió Lía, adentrándose en el ascensor con Lucas.

Una mirada de Christopher se clavó en Lía, recorriéndola por completo. Ella sintió un pequeño calor recorrer su cuerpo bajo aquella mirada intensa, provocándole una sensación incómoda. Incapaz de sostener su mirada, Lía bajó la suya con una pequeña mueca, colocándose de espaldas a él.

Lucas, parado frente a Kai, permanecía con expresion seria con las manos en los bolsillos de su cazadora negra. Kai, sin levantar la vista de su tablet, seguía verificando algunos detalles de la editorial. Sin embargo, una tensión inexplicable llenaba el ascensor, amplificada por la música de fondo. Finalmente, las puertas se abrieron, revelando la recepción. Para Lía y Lucas, aquel corto trayecto había parecido una eternidad.

Fragmneto de EspejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora