𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗨𝗡𝗜𝗖𝗢

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Si en algún momento de su vida Luca hubiera hecho una proyección a futuro de qué sería de sus Navidades a lo largo de los años venideros jamás hubiera añadido en una de ellas el quedarse atrapado en un aeropuerto por culpa de una ventisca. Claro que en verdad, tampoco era algo de lo que se fuera a preocupar por hacer, una lista así habría llevado trabajo y tiempo; y en opinión de Luca hubieran estado mucho mejor invertidos jugando videojuegos, comiendo, viendo la televisión o leyendo un cómic.

Y sin embargo la fortuna y el destino se habían alineado para que aquel año tocase el bingo invernal. Y maleta en mano, cuando se disponía a viajar con su amigo y colega Hidetoshi de vuelta a Italia tras haber visitado a la familia de éste, había recibido la no tan feliz noticia de la cancelación del vuelo. Luca se sentía bastante molesto, les habían avisado cuando ya todos los pasajeros estaban en el avión, según el joven lo mínimo hubiera sido avisarles antes y ahorrarles la penosa y aburrida espera del embarque.

Así que ahí estaban ellos, tras largos protocolos, esperas y muchas disculpas, habían sido recolocados en uno de los mejores hoteles del aeropuerto. Algo que el chico rubio sospechó que podría ser debido a la Tarjeta de Fidelidad de la que tanto su amigo Hidetoshi como él mismo disponían. Al fin de cuentas eran muchos los viajes que hacían a lo largo del año por motivos laborales.

La posibilidad de un siguiente avión disponible en las siguientes horas era una promesa hueca si Luca se paraba a pensarlo, viendo la fuerte ventisca que azotaba el exterior lo más seguro es que tardarían varios días en poder abandonar el lugar. Y ellos ni siquiera podían salir del aeropuerto para volver con la familia de Hidetoshi porque este había quedado incomunicado por el momento.

Su compañero de audaces ojos negros lo llevaba mucho mejor que Luca, de hecho, aquel asunto le resultaba extremadamente divertido. ¿Atrapado en Navidad en un aeropuerto? Aquello parecía argumento de peliculón navideño para toda la familia. Sumando puntos por el hecho de que Hidetoshi estuviera secretamente enamorado de Luca. Aquello era una aventura en toda regla, una aventura para contar entre risas a futuro. Además tenían alojamiento y comida gratis en un gran hotel, el que no quisiera verle el lado positivo sería porque no quisiera.

Como era el caso de Luca, que amorrado y de mal humor había recogido su equipaje y seguía al muchacho japonés arrastrando los pies. Mal humor que empeoró cuando al llegar al precioso hotel descubrieron cuál sería la habitación destinada para ellos. Luca dejó escapar un gruñido sin disimulo alguno.

"Por supuesto, solo hay una cama. ¿Es esto una broma o algo? Ya es suficiente, quiero volver a casa."

Hidetoshi dejó su maleta en el pasillo de la habitación riéndose por el drama de su amigo. Aquello sumaba puntos al peliculón navideño.

"Es una cama, pero es una cama muy grande, Luca. Por algo se llama cama de matrimonio."

Luca frunció las cejas y repitió tras él moviendo la mano como si esta fuera la que hablara mientras balanceaba el cuerpo.

"Por algo se llama cama de matrimonio" luego frunció aún más las cejas que casi le tapaban los ojos de color avella y añadió "Pues para tu información nosotros no estamos casados."

"Vaya. y yo sin saberlo" Hidetoshi se rió aún más fuerte al ver la cara de exasperación de su compañero y se llevó la mano al corazón "De verdad, primera noticia de ello."

"Que gracioso eres, Hide... Un día de estos ganarás el premio al mejor humorista."

Hidetoshi sonrió ampliamente y con un guiño de flirteo le contestó con voz adulzada.

"Siempre podemos casarnos para poder usar la cama."

Luca rodó los ojos y se metió en la habitación dejando tirada su maleta en la entrada.

"Y yo que pensaba que habías alcanzado el máximo de humor."

El rubio refunfuñó algo más que el japonés no pudo entender, se dejó caer en la cama y tal cual cayó, se durmió.

Hidetoshi abrió los ojos sorprendido de lo rápido que podía conciliar Luca el sueño. Lo agitó para despertarlo pero no pudo, Luca estaba ya muy lejos, en el Mundo de los Sueños del cual no saldría hasta muchas horas después. Sonrió retirándole un mechón de pelo de la frente y se encogió de hombros. No podía reprocharle quedarse dormido, él mismo estaba agotado. El día había sido extenuante.

Se dirigió a la puerta la cual cerró con el seguro y luego se desvistió. Tras ponerse el pijama volvió a mirar a Luca que se había abrazado a una almohada y respiraba pesada y lentamente. Ni siquiera se había molestado en quitarse las zapatillas, algo que Hidetoshi no aprobó. Al joven le tomó un rato decidir qué hacer con su amigo, podía dejarlo dormir vestido o podía cambiarle él el pijama, no sería la primera vez que tenía que encargarse de ello, y estaba seguro de que no sería la última.

Así pues decidió echarle una mano a Luca y con todo el cuidado que pudo, más del necesario debido al profundo sueño del rubio, le cambió la ropa para que pudiera tener una noche más placentera. Al día siguiente ya le explicaría lo ocurrido. Seguramente Luca se molestaría al principio y le diría algo sobre que era un indecente, algo totalmente cierto, y se le pasaría en cuanto bajaran a desayunar.

Hidetoshi bostezó y se metió en la cama tras apagar las luces. El colchón era cómodo y se ajustaba a su cansado cuerpo como un guante de seda, recibiendo en su regazo al joven como un amante. La almohada parecía estar hecha de nubes y las sábanas eran delicadas y cálidas. No tardó en seguir a Luca a los brazos de Orfeo.


Era ya entrada la mañana cuando Hidetoshi volvió a despertarse, tras una revitalizante noche de descanso volvía a sentirse en forma; abrió los ojos buscando el origen a un peso que sentía sobre él y enseguida una sonrisa burlona apareció en sus labios. Durante la noche Luca se había acercado a él y se había abrazado como un perezoso a una rama.

En El AeropuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora