Capítulo 7: Voces del pasado

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Los días previos a la exposición pasaron como un torbellino. Clara estaba entre la emoción y la ansiedad, alternando momentos de certeza con oleadas de dudas. Había aceptado la invitación de la galería, y ahora, con solo una semana por delante, debía preparar su selección de fotos y organizar los detalles. Era la primera vez que sus trabajos serían vistos de manera tan pública, y aunque había recibido apoyo de Javier, Martín y algunas personas cercanas, el miedo a ser juzgada seguía rondando.Una tarde, mientras organizaba las fotos impresas sobre la mesa de la oficina del café, el teléfono sonó. Era **Sofía**, su amiga de la infancia. Sofía se había enterado de la exposición por las redes sociales, y su voz vibraba de entusiasmo al otro lado de la línea.—¡Clara, no puedo creerlo! ¡Vas a exponer en una galería! —gritó Sofía con alegría—. Estoy tan orgullosa de ti.Clara se rió, un poco nerviosa.—Gracias, Sofi. La verdad, todavía no me lo creo del todo.—¿Bromeas? ¡Es increíble! Sabes que siempre he creído en tu talento. Era cuestión de tiempo antes de que alguien más lo viera.La energía de Sofía era contagiosa, pero al colgar el teléfono, Clara se sintió una vez más invadida por la incertidumbre. Había momentos en que se preguntaba si todo esto no era un error, si sus fotos realmente merecían estar en una galería. Pero cada vez que esos pensamientos la asaltaban, recordaba lo que Martín le había dicho: **"No se trata de ser perfecto, se trata de ser auténtico."**Decidida a seguir adelante, Clara continuó revisando las fotos. Había algo terapéutico en el proceso de selección: elegir las imágenes que más resonaban con ella, las que mejor contaban su historia. Sabía que no solo estaba mostrando paisajes, sino también partes de sí misma, fragmentos de sus miedos, esperanzas y transformaciones.***La noche antes de la exposición, Clara estaba en su apartamento, terminando los últimos preparativos. La mesa estaba cubierta de papeles, fotos y notas. Mientras revisaba una lista, su teléfono vibró con una nueva notificación. Era un mensaje de su madre.Clara frunció el ceño. No hablaba con su madre con frecuencia; su relación había sido distante desde hacía años. Aún así, el mensaje la intrigó:—"He visto lo de la exposición. ¿Nos vemos mañana?"El corazón de Clara dio un vuelco. ¿Su madre quería asistir a la exposición? Hacía años que no compartían un momento importante, y aunque la idea la emocionaba, también le generaba una profunda incomodidad. Había muchas cosas no resueltas entre ellas, demasiadas conversaciones que nunca habían tenido. Su madre había sido crítica con su decisión de seguir la fotografía en el pasado, considerándolo un pasatiempo, algo sin futuro. Pero ahora, después de todo ese tiempo, parecía que había cambiado de opinión.Después de varios minutos mirando la pantalla, Clara respondió:—"Claro. Nos vemos allí."De inmediato, sintió una mezcla de alivio y nerviosismo. Sabía que ver a su madre en un evento tan importante podría remover viejas heridas, pero también sentía que era una oportunidad para comenzar a sanar esa relación rota.***El día de la exposición llegó, y Clara no pudo evitar sentir que su corazón latía más rápido de lo habitual. Se miró al espejo, ajustando el vestido negro que había elegido para la ocasión. Aunque normalmente prefería algo más sencillo, ese día quería verse distinta, más segura de sí misma. Javier pasó a recogerla, y cuando la vio, sonrió con aprobación.—Te ves increíble —le dijo, y Clara se ruborizó.—Gracias. Estoy un poco nerviosa.—Es normal, pero confía en ti misma. Este es tu momento.Al llegar a la galería, Clara fue recibida por una atmósfera vibrante. Las paredes blancas de la sala contrastaban con las obras que colgaban cuidadosamente alineadas. Gente de diferentes lugares se paseaba entre las fotografías, comentando en voz baja. Clara reconoció de inmediato su propia sección: sus fotos ocupaban una de las paredes principales, iluminadas por focos suaves que realzaban los detalles de cada imagen.Se acercó lentamente, observando cómo algunas personas examinaban su trabajo. Ver a extraños apreciando sus fotografías la llenaba de una mezcla de satisfacción y vulnerabilidad. Era como si estuviera exponiendo partes de su alma en cada imagen, y no estaba segura de cómo se sentiría recibir sus reacciones.—Clara, estas fotos son preciosas —dijo una voz familiar a sus espaldas. Era Martín, quien se acercó con una copa de vino en la mano—. ¿Cómo te sientes?Clara sonrió nerviosa.—Extraña... pero bien. Me siento expuesta, pero también... realizada.—Es lo que tiene el arte —respondió Martín—. Cuando te expones, te abres al mundo de una manera que puede ser aterradora, pero también es liberador.***Unos minutos más tarde, Clara vio a su madre entrar en la galería. Vestía un elegante traje gris, y su cabello, siempre perfectamente peinado, destacaba entre la multitud. Clara sintió que su estómago se retorcía al verla acercarse lentamente, observando cada fotografía en su camino hacia ella.—Hola, mamá —dijo Clara, intentando que su voz no temblara.—Hola, Clara —respondió su madre, con una sonrisa leve—. Este lugar es precioso... y tus fotos, son impresionantes.Clara no sabía cómo reaccionar. Aquellas palabras no eran las que esperaba, y por un momento, no supo qué decir.—Gracias. Me alegra que hayas venido —respondió al fin, sintiendo cómo el aire a su alrededor parecía volverse más denso.Su madre miró las fotos con detenimiento. Había una en particular que capturó su atención: una imagen del pueblo de Santa Marina al amanecer, con la luz dorada del sol filtrándose entre las colinas. La miró por largos segundos antes de hablar de nuevo.—Eres talentosa, Clara. Siempre lo fuiste. Lamento no habértelo dicho antes.Esas palabras fueron como un golpe suave pero certero. Clara sintió una mezcla de alivio y tristeza. La relación con su madre siempre había estado marcada por expectativas no cumplidas y una distancia emocional que parecía insalvable, pero en ese momento, había algo diferente en su tono, algo más sincero.—Gracias, mamá —respondió en voz baja—. Eso significa mucho para mí.Ambas quedaron en silencio, observando las fotos que colgaban frente a ellas. Clara sintió que, de alguna manera, aquel simple intercambio de palabras había comenzado a sanar heridas profundas. No todo estaba resuelto, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que había una apertura, un espacio para un nuevo comienzo entre ellas.***La noche continuó, y la exposición fue un éxito rotundo. Clara recibió elogios de varios asistentes, algunos interesados en adquirir sus obras. Pero lo más importante para ella no fue el reconocimiento profesional, sino la sensación de que, al haber mostrado su trabajo al mundo, también había mostrado su verdadera esencia. Y eso, más que cualquier otra cosa, era lo que realmente la hacía sentir realizada.Al final de la noche, mientras las luces se apagaban y las personas comenzaban a salir, Clara se quedó en la galería, sola por un momento, mirando las paredes vacías. Había cruzado una línea, y no había vuelta atrás.---**Fin del Capítulo 7**En este capítulo, Clara enfrenta el miedo de exponerse públicamente a través de su arte y, al mismo tiempo, comienza a sanar la relación con su madre. La exposición marca un punto crucial en su vida, donde no solo recibe el reconocimiento por su trabajo, sino que también empieza a reconciliarse con su pasado y consigo misma.

Bajo el cielo de abrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora