♯ XVIII. La suavidad de la noche

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La suavidad del toque en la puerta llamó su atención en un santiamén

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La suavidad del toque en la puerta llamó su atención en un santiamén. Tres pequeños golpes y después el ligero chirrido.

Se puso el pasamontañas cuando quedó en silencio esperando que se asome por completo.

— Lo siento ¿Te desperté?

— Aún estaba despierto. — Se incorporó sentándose en la cama. — ¿Estás bien? ¿Lyn está bien?

— Ella está dormida. — __________ entró por completo en la habitación, dejando la puerta entreabierta detrás de ella mientras sostenía el picaporte. — Es que.. pensé que seguirían tus problemas de insomnio y quise venir a revisar que estuvieras bien.

— Te preocupas ¿Verdad linda?

— ¿Cómo no voy a preocuparme?

— Ven aquí. — Se hizo a un lado para que ella pueda tomar lugar a su lado.

Una sonrisa divertida se formó en sus labios al verla llegar a saltitos hasta la cama para acostarse a su lado. Simon se aseguró de ponerle sábanas debido a que la noche era algo fría.

— ¿Estás cómoda?

— Sí. — Asintió sonriendo.

— Muy bien.

Aún con el espacio de distancia que guardaban, podía sentir los dedos descalzos de la mujer rozar sus piernas agradablemente.

Nunca había compartido cama con ella, y no sabía cuánto lo quería hasta ahora.

Aunque una parte de él tenía la incertidumbre de saber si se sentiría cómoda, si las sábanas la sofocaban o tal vez hacia aún más frío. Él estaba acostumbrado a las bajas temperaturas pero quizá ella no y..

— Simon. — La voz femenina lo sacó de su trance.

— ¿Qué sucede?

— Puedo ver tus ojos brillando en la oscuridad.

— ¿Es así? — Dijo con una breve risa.

— Si tus brillan tanto la luz no te dejará dormir. Cierra los ojos.

— ¿Qué clase de lógica es esa?

— No me cuestiones. — Sus dedos fueron a parar a los párpados del contrario provocando que no tenga más remedio que seguir la indicación.

— Simon, siempre me dió curiosidad la razón por la que contabas las horas que duermes.

— Uhm.. no lo sé, en una revisión en la enfermería me dijeron que tenía que cumplir con un requisito mínimo de horas de descanso para no morir, supongo que me quedé con la costumbre de contarlas.

— ¿Tan poco dormías?

— Puede ser, sí.

Pudo escucharla suspirar, no era difícil imaginar sus expresiones así que casi podía adivinar que lucía angustiada.

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⏰ Última actualización: Oct 26 ⏰

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Sweetness | Simon RileyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora