En el universo existen dos reinos, el de los vivos donde pertenecen todos los planetas del universo y el de los muertos, conocido como el otro mundo, dividido a su vez, el cielo y el infierno.
Gogeta, quién es el guardian del otro mundo nacido específicamente en el infierno para controlar toda posible anomalía que pueda ocurrir con la máquina depuradora de almas y con el líquido corrupto que esta extrae de las almas, que fueron condenadas a perder su alma para la reencarnación.
Vegetto, es el guardian del mundo de los vivos, específicamente alojado en el planeta tierra, protege a su vez el universo entero de posibles amenazas que puedan comprometer la integridad de toda vida existente.
-¿Cómo va todo por aquí Gogeta?- preguntaba el Gobernante del otro mundo, Enmadaiosama.
-Todo en orden, la máquina depuradora de almas ha estado trabajando en óptimas condiciones, los frascos que contienen la esencia corrupta han sido tratados adecuadamente, dudo que ocurra algún accidente como el de la vez pasada con Janemba- respondió con formalidad el guardian del Inframundo Gogeta
-Perfecto, espero que todo siga así, no quiero volver a estar encerrado- concluyó EnmaSama y se retiró
-¿Por qué tiene que venir a vernos a cada rato ese malo-gro- cuestionaba uno de los ogros que operaban la máquina
-Son órdenes del Rey, yo solo las sigo- respondió el rubio
-Que disgusto-gro- dijo un ogro más jóven
-Creo que no tienes mucho derecho a reprochar, en especial porque fuiste tu quién hizo todo el desastre la vez anterior -reclamó Gogeta -Tuviste suerte que pude purificar a Janemba de tu cuerpo diminuto-.
-No fue con malas intenciones, además fue un pequeño accidente- trató de excusarse el joven
-¡Uno dónde dejaste en jaque a los dos reinos, el de los vivos y el nuestro tonto-gro!- exclamó el primer ogro
-Solo sigan con el protocolo ¿Quieren? Tengo que ir a patrullar, no queremos almas perdidas por ahí fugandose al mundo de los vivos y asustando al primero con el que se topen-Gogeta emprendió el vuelo para buscar posibles almas fugitivas.
Mientras tanto, Vegetto se encontraba mirando una esfera con el supremo kaioshin, ambos estaban monitorizando la integridad del universo, si no había algún enemigo del cual debían encargarse
-¿Es necesario hacer esto todo el día? Ya estoy comenzando a quedarme dormido- decía quejándose Vegetto, ya le dolían las piernas de estar sentado viendo esa simple esfera por más de 1 hora
-No estás obligado a estar aquí Vegetto y lo sabes- le respondió Shin
-Pero es la única forma de ver si aparece algún enemigo poderoso, las cosas en el universo han estado tan calmadas y eso me pone tenso, necesito enfrentarme a alguien poderoso, que me haga sentir adrenalina- Vegetto se levantó del suelo y procedió a estirarse -Siento que me voy a oxidar y muy rápido si no tengo una pelea interesante-.
-Tambien existe el entrenamiento mental, al mismo tiempo que entrenas tu mente puedes entrenar tu cuerpo -le sugirió el Supremo Kaioshin
-Cerrar los ojos hará que me quede dormido- dijo con un puchero el castaño -Ire de regreso a la tierra, veré que puedo hacer- el individuo de aretes puso sus dedos en su frente y realizó la teletransportación
-Este hombre no puede estarse quieto por un segundo, pero que le vamos hacer- Shin siguió observando su esfera.
Gogeta había localizado un alma que trataba de escapar y ya se encontraba detrás de esta-No puedes escapar a tu destino así que ya ni siquiera lo intentes- Gogeta tomó esta con ambas manos y la pequeña alma se retorcía tratando de liberarse- Ya te dije no lo intentes- el rubio se llevó la pequeña alma de regreso a la lavadora y lo que estaba por presenciar lo iba a sacar de sus casillas.