El dia que enamore a mi idolo

Culpa y dolor

NARRA JOE
—Ganaste, Joe, la perdí, es toda tuya —dijo Nick al salir de la habitación de Sara. Sus palabras me golpearon con una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que no se refería solo a ella, sino a todo lo que habíamos vivido, todo lo que había quedado destruido.
Nunca fue una verdadera apuesta, Nick. Desde el momento en que la vi, la amé sin conocerla. Lo único que quería era volver a ser feliz y que esta vez no me lastimen —dije con firmeza, aunque sentía una herida abierta en el pecho. No podía evitar pensar que, de alguna manera, todo esto también era culpa mía.
—Jamas pensé que en serio la amarías tanto. Perdón por meterme entre medio de ustedes. Merecen ser felices. Yo me hago a un lado —dijo, y aunque intentaba sonreír, su rostro reflejaba una mezcla de tristeza y resignación. Luego de sus palabras, salió sin esperar más.
Cuando Nick se fue, me metí en la habitación de Sara. El silencio era pesado, y el aire parecía estar cargado de una tensión palpable. Ella estaba sentada en la cama, los ojos rojos por las lágrimas. En cuanto me vio, no dijo nada, solo me miró fijamente.
—¿Lo sabías? —preguntó Sara, con la voz quebrada, pero esa pregunta no necesitaba respuesta. Era obvio que ella ya lo sabía. Había algo en su mirada que me decía que todo lo que había intentado ocultar, todo lo que había intentado protegerla de, ya no importaba. Todo había salido a la luz.
—¿Sabías que se acostaba con Priyanka? —repitió, y sus palabras me perforaron el alma.
—Yo... Sara —comencé, pero ella me interrumpió, su voz llena de furia y dolor.
—Lo sabías y no me lo dijiste. Venís y me decís que me amas, que él no me ama como vos, pero no sos capaz de decirme que me estaba engañando —dijo, su rostro tenso de rabia y desilusión. La veía tan herida, tan destrozada, y me sentía impotente, culpable.
El dolor en su voz me hizo detenerme. No sabía cómo justificarme. No sabía qué decir para que entendiera por qué había hecho lo que hice. Todo lo que había querido era protegerla, pero al final, lo único que logré fue empeorar las cosas.
—No me correspondía a mí decírtelo, Sara. El debió decirlo —respondí, sintiéndome más vulnerable que nunca. No podía mirarla a los ojos, no podía soportar la decepción que reflejaba en su mirada.
Ella se quedó en silencio por un momento, su respiración temblorosa. Su enojo era evidente, pero también había un rastro de tristeza, algo que me destrozó aún más.
—Quiero que te vayas. Necesito estar sola y no quiero verles la cara ni a vos ni a Nick por un tiempo, aunque sea —dijo, y bajó la mirada, las lágrimas cayendo de nuevo, como si su corazón estuviera rompiéndose aún más. Mi alma se quebró al verla así.
—¿Queres que me vaya? Bueno, me voy. Pero no quiero que pienses que soy como Nick. Yo en serio te amo, y hubiese hecho de todo para que fueras feliz y no salieras lastimada —dije con el corazón en la mano, y las palabras me costaron más de lo que imaginaba. No quería dejarla, no quería verla sufrir, pero sabía que en ese momento, lo mejor era darle espacio, aunque me doliera más que nunca.
Salí de la habitación sin mirar atrás, mis pasos resonando en el pasillo como si me estuviera alejando de mi propio destino.
NARRA SARA
Elegi mal, me dije a mí misma. No me tenía que haber metido con mis ídolos, no me tenía que haber metido en este mundo. Si amaba a Joe, ¿por qué me metí con Nick? Sabía que con él todo era un caos, mientras que con Joe todo era paz. Joe me hacía sentir especial, me hacía sentir como una reina, como si todo en el mundo estuviera bien cuando él estaba cerca. Pero ahora ya no había vuelta atrás. Nick me había traicionado de la peor manera posible, y Joe no había tenido el valor de enfrentar la verdad por mí, para protegerme de lo que ya sabía.
—¿Por qué siempre tengo que estar atrapada en este torbellino? —me dije en voz baja, mirando al vacío, sintiendo cómo el dolor y la confusión se apoderaban de mí. Mi cabeza estaba llena de preguntas sin respuestas. ¿Cómo pude haber sido tan ingenua? ¿Por qué no pude ver la verdad antes? Ahora me sentía más sola que nunca, atrapada entre los dos hombres que, de alguna manera, se suponía que me amaban, pero que solo me habían hecho daño.
Necesitaba estar sola. Necesitaba pensar. Necesitaba volver a Buenos Aires, alejarme de todo esto, de este caos emocional. No podía seguir aquí. No podía seguir con esta lucha interna entre lo que sentía por ellos y lo que me había hecho sufrir. Ya no sabía qué hacer, pero sabía que si no me alejaba, no encontraría paz.