Eros, Dios del Amor, la atracción y el Sexo, o también conocido como Cupido, estaba enamorado de un Humano, cualquiera pensaría que simplemente podría lanzarle una flecha y hacerlo suyo, pero el no quería eso, el quería enamorarlo por su propio esfuerzo.
Llevaba 5 meses viviendo con ese humano que lo había enamorado, justo ahora se encontraba acariciando en círculos el vientre de su amado hasta que despertara, admirando cada parte de su ser. Besito tras besito era dejado en sus mejillas.-Amorcito, levantate~-Eros canturreo de forma suave en el oído de su enamorado, mordiendo el lóbulo de su oreja-
-Mmh~!-Un quejido salió del chico mientras empujaba el rostro del Dios- ¡Dejame dormir! -Anoche había regresado muy borracho, una buena resaca no ayudaba si tenía a un Dios tan cariñoso y molesto a su lado-
-Ooh~, mi Amorcito amaneció de malas, tendré que arreglarlo~-Eros comenzó con pequeños besitos en sus labios, tomando del mentón al chico, quien a pesar de sus esfuerzos no lograba alejarse él, ni alejar al Dios-
Al final, el chico tuvo que levantarse, tenía que trabajar, aunque no quisiera.
-¡Leo! No me dejes, llevame contigo, prometo que me portare bien, por favor- Eros se aferraba al chico para que no lo dejara-
-¡Las cuentas no se pagan solas, y todo lo que te comes tampoco!-Leo logró alejar al Dios de él, dándole vuelta a la manilla de la puerta, dando paso a abrirla- Hoy volveré un poco más tarde, ya sabes usar el microondas, así que calienta lo que encuentres para cenar en el refrigerador, ¿si? Y por favor, no hagas un desastre. -
No importa cuanto Eros quisiera que se quedara, era cierto, el comía demasiado, y a Leo se le acaba la despensa demasiado rápido, el gasto de la luz y el agua subieron; Leo no usa el agua caliente pero Eros si, pasa horas bañandose y viendo la televisión.
Eros suspiro resignado y solo dejó un beso en la mejilla de Leo, dejándolo salir. Eros se sentó en el suelo viendo la puerta.-Somos tu y yo de nuevo Galleta... -El Dios suspiro mientras acariciaba a Galletas, el gato de Leo color marrón claro, orejas negras y ojos blancos. -
Y así, el silencio inundó el ambiente, solo con el dulce ronrroneo de Galleta y la suave respiración de Eros, apareciendo y esperando la llegada de su amado Leo.