Capítulo 8.

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El cielo gris y los vientos gélidos acompañaban la tristeza que envolvía la residencia de los Jeon. Las hojas secas eran arrastradas por las ráfagas de viento, creando un ambiente inquietante que acentuaba la sensación de desolación que se sentía en cada rincón de la Residencia. En su interior, el ambiente era aún más sombrío. No había risas ni conversaciones; solo el pesado silencio que sigue a una tragedia inexplicable.

Esa tarde, Taemin llegó con su equipo, listo para poner en marcha lo que él llamaba una "comunicación directa". Jimin había insistido en que algo más estaba ocurriendo, que Minho, su hijo desaparecido, no había sido secuestrado por alguien de este mundo. Taemin, con su fama de experto en lo sobrenatural, no tardó en instalar las cámaras infrarrojas, los micrófonos de alta sensibilidad y los sensores de movimiento en cada rincón de la residencia. El equipo estaba preparado para registrar hasta el más mínimo cambio en el ambiente, esperando una señal, un indicio de que algo o alguien habitaba la casa con ellos.

Taemin no estaba solo. Irene, una médium con fama de comunicarse con entidades de otros planos astrales, también había sido convocada. Su presencia imponía respeto; sus ojos oscuros, casi vacíos, observaban cada rincón como si ya pudiera sentir lo que otros no podían ver. Jimin estaba decidido a utilizar todos los medios posibles para hallar a su hijo, aunque eso significara adentrarse en lo desconocido.

Jungkook, en cambio, lo veía todo con una mezcla de escepticismo y desesperación. Había acompañado a Jimin en sus intentos por encontrar a Minho desde el primer día, pero esto... esto le parecía un paso demasiado grande hacia el abismo de la irracionalidad. En privado, tomó a Jimin por el brazo, llevándolo a un rincón apartado de la casa.

-No puedo creer que estés de acuerdo con esto -dijo Jungkook, con un susurro urgente -. Taemin es un charlatán, y traer a Irene aquí... no puedo aceptar que creas en estas cosas.

Los ojos de Jimin se oscurecieron. Su paciencia, ya desgastada por el dolor y la desesperación, estaba al límite.

-¿Qué esperas que haga? -respondió con voz temblorosa-. Minho está ahí fuera, en alguna parte, o aquí, y no vamos a encontrarlo con más búsquedas inútiles. Esto es lo único que nos queda, Jungkook. Tienes que entenderlo.

Jungkook quiso replicar, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. Entendía el sufrimiento de Jimin, lo sentía cada segundo, pero no podía dejar de ser quien era: un hombre de ciencia, un médico que siempre había confiado en hechos y pruebas, no en fantasías o lo paranormal.

-Te apoyo en todo, lo sabes -susurró finalmente-, pero esto... esto no tiene sentido. ¿De verdad crees que un espíritu se llevó a nuestro hijo?

Jimin lo miró fijamente, sus ojos inundados de frustración y tristeza.

-No sé qué creer -respondió-. Solo sé que no voy a dejar de intentarlo. Si hay una mínima posibilidad de encontrarlo, voy a hacer lo que sea. Y necesito que me apoyes en esto, Jungkook... necesito que estés conmigo.

El dolor en la voz de Jimin desarmó a Jungkook. Sabía que no tenía otra opción. Aunque todo en su ser gritara que era una locura, que esto no era más que la última esperanza de un hombre desesperado, no podía negarle a su esposo lo que necesitaba. No podía abandonarlo en medio de tanto sufrimiento.

-Está bien -dijo al fin, tragándose su orgullo-. Lo haré, pero solo por ti.

Cuando cayó la noche, la oscuridad en la residencia era densa, casi tangible, como si el propio ambiente conspirara para mantenerlos en suspenso. El equipo de Taemin había instalado dos computadoras en la sala principal, con parlantes que amplificarían cualquier sonido captado por los micrófonos estratégicamente distribuidos en la casa. Las cámaras, con visión infrarroja, se desplegaban por las esquinas, listas para registrar cualquier movimiento, mientras los sensores esperaban alertarles de cualquier presencia no física.

El Orfanato ➳ KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora