En el rincón oscuro de mi mente, donde los sueños se apagan y mueren, las sombras susurran, dulcemente, un eco de deseos que nunca se afieren.
Las cadenas de un mundo tan frio me atan, me envuelven en su abrazo, la libertad, un suspiro perdido, un mar de esperanzas que ahoga el lazo.
Quisiera romper las barreras del día, salir de este laberinto de miedos, desnudarlas de angustia y agonía, y volar como el viento sin enredos.
Los pasos se sienten tan pesados, caminos certeros, pero prohibidos, en este encierro de sueños callados, busco salida entre gritos heridos.
Mas en la penumbra, un faro asoma, una luz tenue que llama mi ser, aunque mi alma en la sombra se toma, siembro en el aire las notas de un querer.
Un grito en la noche, un verso furtivo, espejismos de vida que tiemblo de hallar, aunque mis alas se sientan cautivas, hay un fuego interno que puede brillar.
Atrapada, si, pero nunca rendida, el viento en mi pecho no cesa de arder, las cadenas claman, suena el latido, y aunque encarcelada, sigo en mi querer.
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