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A medida que nos acercábamos a las montañas, el aire fresco y el paisaje impresionante parecían llenarnos de energía, pero yo sentía que mi cuerpo estaba luchando una batalla diferente. Las noches se volvían más difíciles, y cada mañana, al despertar, me sorprendía al ver la sombra de la fatiga reflejada en mi rostro. Notaba cómo mis ojos se hundían un poco más cada día, y mi piel parecía más pálida y demacrada, como si la vida que me rodeaba no pudiera alcanzar el centro de mi ser.

Los hematomas comenzaron a aparecer en mis brazos y piernas, pequeños signos visibles de la lucha que libraba. A veces, cuando Iván me miraba, podía ver la preocupación en su rostro, pero siempre me esforzaba por ofrecerle una sonrisa. Sabía que él estaba allí para apoyarme, pero no quería que su viaje se viera empañado por mi debilidad. Las toses eran más frecuentes, y cada vez que sentía la presión en mi pecho, me recordaba que, a pesar de todo, no podía darme por vencida.

Cada mañana, Iván me despertaba a las cinco, como siempre, con una suave sacudida de mi hombro, recordándome que era hora de tomar mis medicamentos. A veces, el sonido de su voz era lo único que necesitaba para seguir adelante.

━━Lirio, es hora ━decía con un tono que mezclaba ternura y preocupación━. No te olvides de tus pastillas.

Me sentaba en la tienda, sintiendo el frío del suelo atravesar mi saco de dormir, y cada vez que tomaba los medicamentos, había una parte de mí que se sentía culpable. Sin embargo, a pesar de mi deterioro, insistía en continuar el viaje. La idea de rendirme, de volver a casa y enfrentar la realidad de mi enfermedad, era mucho más aterradora que cualquier montaña que tuviéramos por delante.

A medida que avanzábamos, la tos se volvía más persistente, y me sorprendía la facilidad con la que me fatigaba. Una vez, mientras caminábamos por un sendero que comenzaba a ascender, me detuve para tomar un respiro. Sentí que me faltaba el aire y, al inclinarme hacia adelante, la tos me atacó de nuevo, sacudiendo mi cuerpo. Iván se volvió rápidamente hacia mí, su expresión de preocupación era palpable.

━━Lirio, deberíamos hacer una pausa ━dijo, acercándose con un gesto protector━. ¿Quieres descansar un rato?

━━No, estoy bien ━respondí, aunque mi voz sonó más débil de lo que esperaba. El impulso de seguir adelante era más fuerte que cualquier señal de mi cuerpo, y no quería que se preocupara más de lo necesario.

Pero él no estaba convencido.

━━No me mientas. Estoy aquí para apoyarte, y no quiero que te esfuerces más de lo que puedes ━dijo, su tono firme pero suave.

Sus palabras me llegaron al corazón, y aunque sabía que estaba siendo imprudente al ignorar mis límites, la idea de decepcionarlo me hizo dudar. La adrenalina de la aventura, la libertad de la naturaleza, todo eso me mantenía en marcha. Sin embargo, no podía negar que cada día se volvía más desafiante.

Un día, mientras nos sentábamos junto a un arroyo para descansar, noté que un mechón de cabello caía sobre mi rostro. Al moverlo, vi que algunos cabellos se habían desprendido, dejando una pequeña cantidad sobre la piedra. Mi corazón se hundió un poco más al darme cuenta de lo que eso significaba.

Iván se sentó a mi lado, y cuando notó mi gesto, su mirada se tornó preocupada.

━━¿Qué sucede? ━preguntó suavemente, su mano tocando mi espalda en un gesto de consuelo.

━━Es solo… ━comencé, sintiendo que las palabras se me atragantaban.━ Es solo que me siento diferente, como si todo esto estuviera afectando más de lo que pensé.

━━Lirio, estamos haciendo algo increíble. Pero también tienes que cuidarte ━dijo él, su voz llena de calidez.

Sus palabras resonaron en mí, y aunque sabía que tenía razón, la idea de dar un paso atrás no era una opción. Mi pasión por escalar, mi deseo de sentirme viva y libre, seguían impulsándome hacia adelante, incluso cuando mi cuerpo se debilitaba.

Mientras continuábamos el ascenso, la tos se intensificaba, pero me negaba a rendirme. Había momentos en que Iván me ofrecía su mano para ayudarme a subir por las rocas, y la fuerza de su apoyo me llenaba de gratitud.

━━¿Listo para la siguiente parte? ━me preguntó una tarde, justo antes de enfrentar una parte más empinada del camino.

━━¡Por supuesto! ━dije, tratando de sonar más animada de lo que realmente me sentía. La sonrisa en su rostro me dio una chispa de energía, y a pesar de todo, había algo que me mantenía firme en mi decisión de continuar.

Sabía que estaba luchando contra un enemigo invisible, pero la idea de seguir adelante, de escalar esa montaña, era lo que me mantenía en movimiento. El destino final no solo representaba un logro personal, sino una victoria sobre mis limitaciones.

Cada paso que daba, a pesar de los hematomas y la fatiga, se sentía como una afirmación de mi voluntad. En mi mente, el sonido del viento entre los árboles, el murmullo del arroyo y la risa de Iván eran el impulso que necesitaba para seguir.

Al final del día, mientras nos sentábamos junto a la fogata y el calor de las llamas iluminaba nuestros rostros, me recordé a mí misma que la lucha estaba lejos de terminar, pero cada instante compartido me hacía sentir más fuerte. La conexión que teníamos se profundizaba y, en algún lugar en el fondo de mi ser, sabía que juntos podríamos enfrentar cualquier desafío. Así, entre risas y miradas llenas de complicidad, continuamos nuestro viaje, aferrándonos a la esperanza y a la promesa de un futuro mejor.

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Al Final Ella No Está - SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora