La Espera

25 3 6
                                    

"Beep.. Beep.. Beep.. "

El sonido de las máquinas, monitores que pitaban de manera rítmica, esos sonidos tan fríos retumbaban en los oídos de Luther, recordándole el frágil estado en el que se encontraba Sarah. Estaba sentado en una silla incómoda, con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza entre las manos, incapaz de controlar el temblor. Desde que llegaron al hospital después del accidente en la fiesta, no había podido despegarse de esa sala, esperando alguna noticia, alguna esperanza.

Recordar a Sarah, inmóvil en la camilla de la ambulancia, no dejaba de repetirse en su mente. Se sentía culpable, aunque no había sido él quien había levantado el jarrón o quien había lanzado el golpe. Aun así, no podía evitar pensar que, de alguna manera, podría haber hecho algo para evitarlo. Tal vez si hubiera hablado con Sarah antes de la fiesta, o si hubiera conseguido detener a Martín antes de que todo se descontrolara.. Hubiera evitado este desastre.

—¡Luther!

Martín y Michael llegaron poco después. Luther los vio entrar por la puerta, con pasos lentos y rostros tensos. Martín llevaba las manos en los bolsillos, claramente nervioso, mientras que Michael intentaba parecer tranquilo, aunque su mandíbula estaba apretada. Ambos se detuvieron frente a Luther sin decir una palabra.

—¿Alguna noticia? —preguntó Michael, rompiendo el silencio, un poco nervioso.

Luther negó con la cabeza, sin levantar la vista.

—Nada aún. Solo… solo dijeron que está en coma —murmuró, su voz quebrada.

Martín frunció el ceño, su frustración palpable.

—Esto no debería haber pasado —dijo con voz tensa, frotándose la nuca—. Fue un accidente, Luther. Ya se lo expliqué a la policía.

Luther levantó la vista por fin, con los ojos enrojecidos.

—¿Un accidente?.. ¿Eso es lo que dices? ¡LE ROMPISTE UNA BOTELLA EN LA PUTA CABEZA MARTÍN! ¡¿QUIEN COJONES HACE ESO DE "ACCIDENTE"?!

Martín se asustó por su tono de hablar, dio un paso adelante, alzando la voz.

—¡No lo hice a propósito! ¡Estábamos discutiendo! ¡No quería lastimarla!

Michael intervino, poniéndose entre ambos para evitar que la situación escalara.

—Basta, no es el momento ni el lugar, muchachos —dijo con timidez, mirando a Luther—. Lo que importa ahora es que Sarah se recupere, ¿ok? Tenemos que mantener la calma.

—Además ya le dije que todo es un accidente.

—VETE A LA PUTA MIERD-

Las voces alzadas llamaron la atención de una enfermera que se acercó rápidamente.

—Tienen que irse —les dijo, con tono autoritario—. Este no es un lugar para discusiones. Si siguen así, tendré que llamar a seguridad, están molestando a los demás, aquí también hay familiares preocupados. —Dijo suavizando el tono para que los chicos empatizaran—

Luther imploró.

—¡No, por favor! Yo… yo no me iré de aquí. No puedo dejarla. Sarah... —su voz se quebró, lágrimas acumulándose en sus ojos—. No quiero separarme de ella, ellos pueden esperar afuera, yo no-..

La enfermera se mantuvo firme.

—Lo siento, pero están causando problemas. Necesitan salir del hospital por ahora.

—Y-Yo..

—¿Eres un familiar?

—No-..

—Entonces por favor, retírese.

Michael, con un suspiro, tomó a Luther del brazo.

—Vamos, bro. Vamos a esperar afuera. No vamos a resolver nada aquí.

Luther se resistió al principio, pero finalmente cedió. Salieron a la entrada del hospital, donde el frío los golpeó enseguida. Luther se quedó inquieto, caminando de aquí a allá, con las manos en la cabeza y las lágrimas cayendo libremente. No podía soportar la idea de que Sarah no despertara, de que la última imagen que tuviera de ella fuera esa horrible noche.

—No puedo perderla… —murmuraba una y otra vez, susurrando al viento.

Justo en ese momento,  la madre de Sarah, seguida de su padre y otros familiares, entre ellos Lilly, su hermana. Al ver a los tres chicos allí afuera, especialmente a Luther, el rostro de la madre de Sarah se encendió en cólera.

—¡Tú! —gritó, señalando a Luther mientras se acercaba rápidamente—. ¡¿Qué hiciste?! ¡¿Qué le hiciste a mi hija?! ¡Dime qué pasó!

Luther se levantó rápidamente, asustado, retrocediendo un paso mientras intentaba explicarse.

—Yo… no fue mi culpa… ¡Yo no la lastimé! —dijo, con la voz temblorosa.

Pero la madre de Sarah no escuchaba razones. Su dolor la cegaba, y no podía ver más allá de la culpa que sentía por la posible pérdida.

—¡No quiero escuchar tus excusas! —gritó, con lágrimas en los ojos—. Mi niña está allí adentro, luchando por su vida, y todo lo que sé es que estabas allí. ¡¿Cómo pude ser tan ciega para confiar en ti!?

El padre de Sarah, aunque más callado, también estaba visiblemente afectado. Su mirada cargada de decepción se clavaba en Luther, haciéndolo sentir como si fuera el verdadero culpable de todo. Antes de que la situación pudiera descontrolarse más, un médico apareció en la puerta.

—Por favor, todos entren —dijo con voz calmada, pero firme—. Necesitamos hablar sobre el estado de Sarah.

Los padres de Sarah entraron rápidamente, sin mirar atrás, dejando a Luther, Martín y Michael en la entrada. Luther se quedó parado un momento, sin saber si seguirlos o quedarse, cuando iba a decir algo fue callado por la voz algo decepcionada y tímida de Lilly.

—¿Por que lo hiciste, Luther? Ella confiaba en ti.

— Yo no.. No podría, no lo haría..

Cayó de rodillas, algo atormentado y al borde de llorar desconsoladamente, fue agarrado por Michael para que se colocará de pie.

—Yo no le hice nada, yo la amo. — Dijo en un tímido y reservado susurro.

ೄྀ¡ƳO ᎯᏬ𐒐 ᎿᏋ Ꭿ𐒄𐒀!ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora