El silencio entre dos personas puede ser más fuerte que cualquier palabra.Alessandra regresó a su casa con el corazón dividido. Había una pequeña chispa de felicidad en su interior, pero la confusión nublaba todo. Victoria no era la misma. Lo sabía, pero el miedo persistía. Un miedo profundo, un temor que no había desaparecido con los años. El miedo a confiar de nuevo.
No tenía grandes expectativas; ya no. No esperaba promesas ni ilusiones vacías.
Alessandra se había prometido a sí misma no volver a sentir esa amarga decepción que la había desgarrado la primera vez. Pero una parte de ella... esa parte silenciosa que aún la vinculaba a Victoria, deseaba redescubrirla. Conocer quién era esta nueva Victoria. Alessandra ansiaba escucharla hablar de lo que amaba, compartir anécdotas de esas que solo ellas dos entendían. Quería, en lo más profundo de su corazón, que volvieran a amarse como antes.Pero si le había pedido empezar desde cero, era porque sabía que el pasado no podía repetirse.
Con un suspiro, dejó las llaves en el llavero al lado de la puerta y caminó lentamente hacia la cocina. El vaso de agua fría apenas calmaba el torbellino en su inferior.
—¿Dónde estabas, Alessia? —La voz de su padre, resonando desde el comedor, la hizo saltar, sacándola bruscamente de sus pensamientos.
—Mmm, por ahí... —murmuró Alessandra, evitando el tema. No estaba lista para hablar de eso con el. No aún.
—Dov'eri, ragazzina —repitió su padre, entrecerrando los ojos se llevaba otro bocado de lasaña a la boca—. Tu madre también estaba preguntando. Ve a avisarle que ya llegaste, está en su habitación.
Asintiendo con una sonrisa, Alessandra subió las escaleras hacia el cuarto de su madre. Al abrir la puerta, la vio sentada en su sillón favorito, con un libro entre las manos y su inseparable taza de café.
—Hasta que llegas, Ale —dijo Ruby, dejando el libro a un lado con una expresión tranquila—. ¿Dónde estabas?
—No seas exagerada, ma'. No me demoré tanto —bromeó Alessandra dejándose caer en la cama de sus padres, disfrutando la suavidad de las sábanas—. Es tan injusto que la cama de los papás sea siempre la más cómoda. Los hijos también merecemos esto.
—De que te quejas, Alessandra. Si ya ni vives aquí —respondió Ruby con una risa burlona. Alessandra la miró, simulando la indignación.
—Que mala eres Ruby, que mala.
—Ay, ya mija —dijo Ruby riendo suavemente—. Mejor contéstame la pregunta, ¿dónde estabas?
—se quitó las gafas y la señaló, con esa mirada que siempre había visto a través de ella—. No te me hagas la boba, Alessandra.Alessandra suspiró, sabiendo que no podía evitarla por mucho tiempo.
—Mami, ¿y usted todavía me pregunta? ¿A dónde cree?
Ruby sonrió levemente, como si hubiese sabido la respuesta desde el principio.
—Sabía que le ibas a dar otra oportunidad —Alessandra se incorporó, con los ojos fijos en su madre—. Alessia, cuando el amor es de verdad, atraviesa cualquier barrera, sin importar lo que pase. ¿Oyó mi amor? —Ruby le sonrió con ternura, Y Alessandra no pudo evitar devolverle la sonrisa, aunque una sombra de duda aún pesaba en ella—. Ahora, cuénteme bien, ¿qué le dijiste?
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Ecos de Un Verano || Young Miko (Un amor de verano II)
Romance"¿Podremos recuperar lo que alguna vez tuvimos?"