Capítulo XIII

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Los meses fueron pasando. 

Y las cosas entre Jack y yo se fueron enfriando, tanto que pronto me fui olvidando de él, de su perfume, de la intensidad de su mirada, de lo que solo él me había hecho sentir...poco a poco su recuerdo se fue diluyendo en mi memoria aunque no en mi corazón; seguía enfadada con él y no conseguía perdonarlo. A ratos tenía la tentación de llamarlo o me perdía entre sus antiguas publicaciones en las redes sociales. Me preguntaba qué había estado haciendo, pero también sabía que él no era una persona a la que le gustara estar expuesto a las miradas ajenas. Utilizaba las redes solo para promover su trabajo; con lo cual, tenía que conformarme con la lacerante sensación de que él me había olvidado antes que yo a él.  El pequeño recuerdo suyo que crecía en mi vientre me recordaba que alguna vez estuve a punto de empezar algo con su padre. 

"Maldito Jack Callaghan..."

Rencor era lo que tenía que sentir y no añoranza. Ni tampoco idealización absurda sobre lo que fue y pudo haber sido. 

Además, estar embarazada no era un estado en el que me entusiasmara especialmente encontrarme. 

Era un tormento para una mujer de negocios, como yo.

Me sentía cansada casi todo el tiempo  aunque procuraba que mi mente se mantuviera activa; lo cual contribuía a no pensar demasiado sobre mi futuro y lo que iba a hacer al respecto cuando el bebé naciera.

En el aquí y ahora las cosas parecían irme mejor, mucho mejor. 

 Beth había decidido que me encargara de organizar el viaje de novios. Ella decía que se fiaba de mi criterio y buen gusto. Lo que me llamaba la atención era el aparente desinterés por todo lo que supusiera  alguna iniciativa por  su parte. 

Para mí que en realidad tampoco quería involucrarse mucho, lo cual me parecía raro. Prácticamente había delegado todo en mi, lo cual me venía fenomenal. Eran más horas de trabajo que facturaría, por supuesto. 

Pero era extraño. 

Tampoco vi aparecer por allí la alta figura de Chris, lo que me había llevado a sospechar que no quería ni verme. Eso y que aún no había superado lo nuestro. 

O quizá era que se estaba escabullendo como hacía yo cada vez que había que tratar algún asunto  relacionado con él, delegando eso en mis ayudantes. 

Sea lo que fuere, yo me encontraba muy a gusto trabajando en aquel proyecto y la señorita Batlló estaba resultando ser una clienta muy agradable. Aunque no podía decir lo mismo de su madre, quien estaba empeñada siempre en criticar mi trabajo. Yo tenía que aceptar sus críticas mordaces con la mejor de mis sonrisas. Sin embargo, su hija acababa por imponer su criterio y para mi suponía un alivio no tener que deshacer todo el trabajo y empezar de nuevo. 

El viaje de novios me daba pavor. Esperaba que la señora Mendizábal no quisiera opinar también sobre eso. 

—Chris y yo hemos hablado de ir a Japón ¿qué opinas? —Me había dicho mientras tomábamos un café en mi oficina. 

—Es un lugar muy interesante para visitar...— Concedí tras darle un trago a una infusión de manzanilla con anís.   

 A mi Japón me parecía un país muy exótico e interesante para descubrir. Conociendo a Chris estaba segura de que le gustaría. Harían escala en Roma y yo en ese entonces sentí una punzada de envidia. 

No me llames en septiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora