Santiago, al igual que yo, sintió miedo; por fuera quiso hacerse el valiente, pero no supo como parar el temblor de sus labios y eso lo delató.
De reojo lo ví tragar, suspirar y de nuevo tragar.
Papá nos observó con astucia, puso su sentido del olfato en acción, buscando cualquier corriente de mentira en el aire.
—¿Porqué se quedan callados? —clavó su mirada en Santiago quién no fué capaz de mirarlo a los ojos —¿Dylan que pasa?
Mi lengua se enredó —Na... Es que... Papá... Santiago y yo...
Eso solo aumentó sus sospechas —No me mientas —, insistió subiendo el tono de su voz —. ¿Santiago qué pasa? —. Le habló con comprensión, observándolo sin ninguna gota de frialdad en su mirada.
Santiago, vió la oportunidad que se le presentó y sin dudarlo, la aprovechó —Solo le dije a Dylan que no me gusta que te moleste.
Lo dijo tan convencido de su propia mentira, que por un segundo, me engañó también.
—¿A qué te refieres? —lo tomó del hombro y pasó su brazo alrededor de su cuello en señal de apoyo, eso me hizo sentir más solo que nunca.
La lluvia se convirtió en tormenta agresiva y parecía empeorar con cada mentira que salía de su boca.
—Supe la vergüenza que te hizo pasar frente a todos los trabajadores. No me puedo imaginar cómo te sentiste al saber que...
—¡No mientas! —exploté contra él, pero solo empeoró las cosas.
—¿Acaso es mentira lo que dice Santiago? —frunció su entrecejo y me señaló con su dedo —Tú me hiciste quedar en ridículo frente a los trabajadores, por poco destruyes los planos y para colmo... El hijo de Guillermo te trajo hasta tu habitación en sus brazos como si fueras una princesa.
Al oír el final de lo que sucedió, me dejó de importar cada insulto de mi papá... Mi mente está ahora pensando en César y en lo grosero que fuí con él en la empresa.
Oí la voz de mi papá a lo lejos... Me desconecté del momento y solo alcancé a escuchar lo último que me dijo.
—Limpia este desastre. —refiriéndose a los trozos de vidrio en el suelo.
Me quedé en medio del pasillo ancho en medio de la oscuridad. Me quedé solo y con frío, anhelando un cuerpo para abrazar y calentarme.
Mis pensamientos se clavaron en él... Sentí algo de vergüenza, pero aún así es más fuerte que yo.
«Que ganas de tenerte en frente para decirte... Posiblemente nada, pero que ganas de tenerte en frente... Solo para verte.»
Hice un esfuerzo por recordar cuando estuve en sus brazos... Fuí por la escoba y el recogedor para recoger los trozos de vidrio; se me cayó la escoba pensando en nuestro último encuentro, el ruido me molestó al grado de no querer pensar en él.
«¿Qué estás pensando Dylan Marqués?»
Apoyé mi espalda contra la pared sintiendo un fuerte escalofrío en todo mi cuerpo.
«Lo mejor es que te alejes de él... No puedes fijarte en un hombre de nuevo.»
Mi mente quedó en blanco, hice el esfuerzo de seguir así hasta llegar a mi habitación.
Cerré la puerta en silencio, puse el seguro y fuí rápidamente al vestidor. Revolví cajas, ropa, zapatos, buscando aquello que una vez significó mucho para mí. Un regalo de Bruno.
Busqué y busqué hasta dejar todo revuelto, pero no encontré lo que buscaba. Las últimas dos cajitas de zapatos las tiré contra la puerta del baño, estas se abrieron y todo el contenido se esparció en el suelo.
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Bajo la lluvia
RomansaLa historia de un amor dulce, inocente y luchador. La lluvia los acompañará en sus veladas y será testigo de que el amor entre dos hombres es posible. Las diferencias de clase, de gustos y de sueños no impedirán que se enamoren hasta los huesos. Su...