Capítulo 29 - Día de clásico

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Amelia

Hoy era día de clásico, y cualquier culer o merengue, sabía perfectamente que era de los partidos más importantes de la temporada.

Y por si no fuera presión suficiente, también era el primer clásico de João jugando en el Barça.

Y se notaba, y mucho. João apenas había dormido por la noche y ahora, a las once de la mañana, seguía igual de estresado.

Lo veía ir de un lado a otro en el apartamento, revisando su bolsa de deporte, ajustándose las botas que tenía listas desde hacía horas, y mirando el móvil cada pocos minutos. 

Sabía que estaba nervioso y, siendo su primer Clásico con el Barça, era normal que se sintiera así. Este partido significaba mucho más que cualquier otro, no solo por la rivalidad sino porque una buena actuación aquí podía hacerle ganar el respeto de toda la afición.

Intenté ayudarlo a calmarse mientras le preparaba un café. Me acerqué y le puse una mano en el hombro, sonriéndole con cariño.

— Cariño, te has preparado para esto desde siempre. Eres uno de los mejores en el campo y todos lo saben —le dije suavemente—. Además, todos los que te queremos estamos ahí contigo.

Él me miró y sonrió con un suspiro, aunque aún se veía algo tenso.

— Ya lo sé, cariño. Y sé que tengo el apoyo de todos. Es solo que... no quiero fallarles. Es una oportunidad enorme y no quiero desaprovecharla —murmuró, pasándose una mano por el pelo.

Tomé su mano y lo hice mirarme a los ojos.

— Tienes razón, es una gran oportunidad —le dije—, pero no estás solo. Todos los que estamos contigo, tu equipo, tus amigos, y yo, vamos a estar apoyándote. Solo tienes que salir ahí y jugar como tú sabes. Eres increíble, cielo, no lo olvides 

Por primera vez en toda la mañana, vi cómo una sonrisa genuina asomaba en su rostro. Asintió y me rodeó la cintura para besarme con cariño, era como si hubiera encontrado, por fin, algo de calma.

— Gracias, cariño. Necesitaba escuchar eso.

—Estoy siempre para ti, futbolista, ya lo sabes 

Sabía que el día iba a ser largo y lleno de emociones, pero en ese instante me sentí confiada de que João, a pesar de los nervios, estaba listo para enfrentarse al complicado Clásico.

— Venga futbolista — le dije — aun quedan siete horas para que te vayas al estadio, creo que es mejor que hagamos algo para que te despejes un poco aunque sea 

João me miró, algo sorprendido, y luego esbozó una sonrisa que me dejó ver que agradecía cualquier distracción.

— ¿Y qué tienes en mente? — preguntó, arqueando una ceja, curioso.

— Pues algo que te saque de la cabeza el partido, al menos un rato — le respondí mientras agarraba su mano y lo guiaba hacia la puerta—. Vamos a pasear un rato por el parque y, quién sabe, a lo mejor te enseño a ganarme en el mini-golf.

Él soltó una risa suave y negó con la cabeza, siguiéndome hasta el ascensor.

— Vale, vale, me has convencido, pero no te confíes tanto, eh. Hoy el reto es serio — bromeó, apretando mi mano con una sonrisa.

Nos encaminamos hacia un parque tranquilo cerca del apartamento, donde el aire fresco y la vista de la ciudad en calma parecían darle un respiro de toda la tensión. 

Nos reímos jugando y luego acabamos tomando un café juntos, con una conversación ligera que poco tenía que ver con fútbol, permitiéndole a João alejarse por un momento de la presión del Clásico.

Destinados - João FélixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora