Recuerdos desenterrados

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-Por qué desapareces otra vez -preguntó Pau tras la puerta de mi habitación.

No respondí. Desde que Alexia volvió a Tenerife he vuelto a ser distante, más que la vez anterior. Simplemente no quería llevarme por delante a las personas que más quiero, no les quiero hacer daño. Seguí entrenando, ahora cerrando la puerta de la cancha para que nadie entrara, conseguí seguir siendo titular y hemos ganado tres de los cuatro partidos que hemos disputado, esto era bueno, pero no lo suficiente, siento que puedo dar más. Aunque nos habíamos recuperado de la derrota, las alegrías no hicieron que dejara de fumar, era mi calma en una tormenta que yo misma había creado. De vez en cuando hablaba con los chicos y con Amy, aparentaba felicidad y tranquilidad, todo lo que escaseaba dentro de mi.

-Emma por favor déjanos entrar -dijo Marc, que supongo que se encontraba al lado de Cubarsí.

Decidí abrirles la puerta, no les había dado razones aparentes para que se preocupasen, con ellos era normal, los veía menos que antes, pero era algo normal dado el comienzo de la temporada.

-Qué pasa? -pregunté al abrirles la puerta.

-Venimos a pasar un rato contigo, y si quieres, a hablar -dijo Pau sentándose en mi cama.

-Chicos, estoy cansada. He estado entrenando desde las siete de la mañana y a las seis tengo que ir otra vez con mi equipo -dije agotada. Quizás si necesitaba su compañía, pero me negaba a que el cansancio me hiciera hablar de más, que el agotamiento bajase mis defensas.

-Bueno, pues si quieres vemos una serie un rato y así no te cansas -comentó Marc. Me hizo ilusión que se acordara de que no me gustaban mucho las pelis, lo que provocó que esbozase una sonrisa.

Accedí sin ánimos para discutir, estaba realmente cansada, no hacía más de media hora que estaba en mi habitación después de estar toda al mañana entrenando. Pusimos Outer Banks, aprovechando que había salido una nueva temporada. Nos acostamos los tres en la cama, yo estaba en el centro, abrazando mis rodillas, mirando fijamente la televisión.

-Voy a por unas palomitas, ¿queréis algo? -preguntó Pau, sabía que lo hacía para dejarme a solas con Marc, lo cual no me molestó.

-Yo quiero agua porfa -dijo Marc.

-Yo nada, gracias -murmuré.

Pau se fue y Marc y yo nos quedamos en un silencio, no era del todo incómodo, se escuchaba la serie, pero esta era algo secundario en ese momento.

-¿Cómo haces para superar las cosas tan rápido? -preguntó el moreno rompiendo el silencio.

-¿Qué? -no lo entendí, no sé a qué se refiere ni qué respuesta darle.

-Por ejemplo, cuando perdiste, esa noche estabas fatal y al día siguiente ya estabas entrenando otra vez y luego hablando tan normal con nosotros -se explicó Bernal.

-Pues no sé, supongo que nunca se supera nada del todo. Pero el pasado no se puede cambiar, al final, encerrarme en mi habitación no me iba a hacer ganar el siguiente partido, entrenar más, si -dije. Le estaba respondiendo, pero sonó a más que a una simple respuesta. Era una afirmación a mi misma, una forma de empezar a aceptar algo, algo que llevaba arrastrando años.

-Entiendo, pero no sé, es difícil -dijo el moreno mirándome fijamente.

-No, bueno, al principio lo puede ser un poco. Pero solo te tiene que dejar de importar -dije sin apartar la mirada de la pantalla de la televisión, aunque notaba la suya fija en mi.

-¿El qué tiene que dejar de importar? -insistió el moreno.

-Pues no sé -me dejé caer hacia atrás, apoyándome sobre los cojines- todo tal vez.

Aprender a querernos -Marc BernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora