Capítulo 1: Primer Encuentro

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El bullicio de la universidad era abrumador. Entre clases, estudiantes corriendo y el inevitable caos del primer semestre, Eva intentaba abrirse paso por los pasillos mientras revisaba su horario. En su cabeza, tenía perfectamente organizada la lista de cosas por hacer: encontrar el salón correcto, no llegar tarde y, sobre todo, evitar cualquier drama. No había llegado hasta ahí para distraerse. La universidad era su oportunidad de escapar de su ciudad natal, donde la conocían como "la chica tranquila" o "la que nunca se mete en problemas". Aquí nadie sabía quién era, y eso le encantaba.

-¡Oye, mira por dónde vas! -una voz masculina resonó justo en frente de ella, acompañada de un fuerte golpe.

Eva apenas tuvo tiempo de reaccionar. El chico que acababa de chocar con ella sostenía su café derramado sobre su camiseta gris, y sus ojos oscuros la fulminaban con una mezcla de enojo e incredulidad.

-Lo siento -murmuró Eva, recogiendo sus libros que habían caído al suelo-. No te vi.

El chico soltó una risa seca.

-Claro que no. Porque nadie te ve a ti, ¿cierto?

Eva frunció el ceño, sorprendiéndose a sí misma por la rapidez con la que sintió una oleada de irritación. Se puso de pie y lo observó más de cerca. Era alto, probablemente un par de años mayor que ella, y tenía un aire de superioridad en cada uno de sus movimientos. "Uno de esos", pensó, reconociendo inmediatamente el tipo de persona: arrogante, popular y probablemente convencido de que el mundo le debía algo.

-Ya te dije que lo siento -repitió Eva, esta vez con más firmeza-. Si no puedes aceptarlo, no es mi problema.

El chico levantó una ceja, sorprendido por su respuesta. Parecía que no estaba acostumbrado a que la gente lo desafiara.

-¿Perdón? -su tono era sarcástico-. Creo que sí es tu problema. ¡Mira esto! -señaló la mancha de café en su camiseta-. Esto no sale con una simple disculpa, ¿sabes?

Eva cruzó los brazos, ahora más molesta que arrepentida.

-Bueno, si eres lo suficientemente maduro como para manejar tu propio café, tal vez no estaríamos en esta situación.

El chico abrió la boca para responder, pero algo pareció detenerlo. Sus ojos la escanearon por un segundo más, y luego, como si hubiera tomado una decisión interna, dio un paso atrás.

-No tengo tiempo para esto -gruñó, sacando un pañuelo de su bolsillo y limpiando inútilmente la mancha-. Solo... mantente fuera de mi camino, ¿vale?

Sin esperar una respuesta, el chico se dio la vuelta y desapareció entre la multitud de estudiantes. Eva lo observó irse, su corazón latiendo rápidamente. No estaba acostumbrada a enfrentamientos, y mucho menos con completos desconocidos, pero algo en ese chico la había sacado de sus casillas al instante.

"¿Quién demonios se cree?", pensó mientras seguía su camino hacia la clase de Literatura Contemporánea. No había forma de que lo volviera a ver. La universidad era lo suficientemente grande para que pudieran evitarse el resto del semestre, o eso esperaba.

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Al entrar al salón, Eva respiró aliviada al ver que aún había tiempo antes de que empezara la clase. Se sentó en una de las últimas filas, abrió su cuaderno y comenzó a escribir la fecha en la esquina superior derecha. Todo estaba en orden. Pero justo cuando comenzaba a relajarse, escuchó un murmullo en el aula. Al levantar la vista, su estómago se contrajo.

Ahí estaba él. El chico del café.

Se sentó en la primera fila, con su camiseta cambiada pero con la misma expresión de arrogancia. Al ver que la profesora entraba al salón, se giró casualmente hacia los estudiantes y sus ojos se detuvieron por un segundo en ella. Eva notó una chispa de reconocimiento, y luego él sonrió. No una sonrisa amable, sino una cargada de desafío, como si el encontrarse ahí fuera un mal chiste del destino.

-Genial -murmuró Eva, escondiéndose detrás de su cuaderno.

Ese primer encuentro fue suficiente para que decidiera una cosa: tenía que evitarlo a toda costa. Pero mientras la clase avanzaba, no podía deshacerse de la sensación de que ese chico, quien fuera, sería más difícil de ignorar de lo que le gustaría.

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Espero subir un capítulo por día.

Bajo el mismo destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora