"Capítulo 1:Se ha ido"

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Mi madre me despierta alarmada a las 6:00 am del día Viernes 14 de Octubre. Esta llorando y casi no puede hablar pero logro entenderla..
-Da..Daniel...ha...oh lo siento tanto Miguel...
Decía mientras se secaba las lágrimas.
-¿Daniel? ¿Que ha pasado?
-Daniel..ha muerto Y su llanto aumentó.
Rompí en llanto y me quede inmóvil por unos minutos, no lograba comprender lo que había pasado. ¿Daniel? Mi mejor amigo, ¿muerto? Por un momento pasó por mi cabeza que era una tonta broma, pero mi madre no suele jugar con eso, además su llanto no era actuado.
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Estoy parado en la puerta principal de la casa Hiles, junto con mi Madre (ambos en pijamas) no puedo evitar soltar lágrimas al ver a Martha Hiles , la madre de Daniel, abrir la puerta con los ojos rojos y lágrimas en todo su rostro.
-Oh Greta, Miguel..,gracias por venir.
-Martha, ¿como estas? ¿Como ha pasado? Preguntó mi mamá.
-Fue en la noche...., el bueno.., pasen, pasen( decía Martha intentado contener el llanto)
-Claro, acepto mamá.
En la sala de la casa no había nadie más que Augusto Hiles, el Padre de Daniel, Martha, mamá y yo. No me sorprende. La familia de Daniel vivía lejos y mamá y yo Siempre los consideramos familia, éramos vecinos por lo que Daniel y yo nos conocimos a los tres años en su jardín. Eramos como hermanos. "Siempre juntos".
Al tomar asiento en uno de los sillones de la Sala de estar, Martha se rompió a llorar una vez más y Augusto con lágrimas en los ojos nos contó lo sucedido.
Al parecer Martha subió a hablar con Daniel a eso de las 5:00 am, para despertarlo ya que era día de colegio y lo que encontró no fue agradable-supongo que ver a un hijo muerto nunca lo es- Daniel yacía colgado a una de las vigas del techo con una soga amarrada al cuello. No puedo imaginar lo que horroroso que debió haber sido para Marta ver a su hijo así.
No pude contener las lágrimas y empecé a llorar, no podía entender por que Daniel lo había echo, así que secándome las lágrimas del rostro, pregunte:
-¿Dejó una carta o algo?
-Si, claro... -Respondió Augusto.-
-¿Puedo verla?
-Claro, pero ni Marta ni yo la comprendemos, esperamos que tu si.
Subió las escaleras y después de unos pocos segundos, bajo.
Extendió la mano para darme una carta escrita en la máquina de escribir que recuerdo le regalaron el año pasado, le gustaba escribir.

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