Capítulo 2

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Túneles
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Alerta. Algo de contenido sexual

Séptimo mes del año 123 d

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Séptimo mes del año 123 d.C

Habían pasado varias horas desde la conversación con mi familia, y ahora la noche reinaba sobre Desembarco del Rey. Estaba sola en mis aposentos, cepillando mi cabello frente al espejo, intentando acallar los pensamientos que se arremolinaban en mi mente. El peso de mi futuro, la responsabilidad que cargaba, y el reciente nacimiento de mi hermano Joffrey aún pesaban sobre mí.

De pronto, mientras dejaba caer el cepillo sobre el tocador, mi mirada se desvió hacia algo debajo de mi cama. Ahí, medio escondidas, estaban las ropas de Aegon. Una pequeña sonrisa amarga cruzó mis labios mientras las recogía, preguntándome si devolverlas no podría ser una excusa para salir de mi cabeza y evitar pensar. Conocía bien los túneles secretos del castillo, pasadizos que nos habían servido para evitar miradas curiosas en varias ocasiones. Sin más dilatación, me cubrí con una capa y salí de mi habitación.

Caminé en silencio por los túneles, hasta que llegué a las cercanías de su habitación. Sin embargo, cuando estaba a punto de tocar la puerta, un sonido ahogado llegó a mis oídos. No eran voces, no, sino gemidos. Mi corazón se aceleró sin que yo quisiera, y la curiosidad me empujó a acercarme.

Con cuidado, empujé la puerta lo justo para ver qué sucedía. A través del pequeño hueco, lo vi: Aegon, de espaldas a mí, follando a una mujer con fuerza, su cuerpo moviéndose rítmicamente contra el de ella mientras la empotraba contra una mesa. La mujer gemía en voz alta, con el cuerpo doblado hacia adelante, apoyando las manos en la superficie mientras él la tomaba por detrás. Mi respiración se detuvo por un instante, una mezcla de sorpresa y... algo más que no podía nombrar, me paralizó.

No me moví. No fui capaz de dar media vuelta e irme, a pesar de que sabía que debía hacerlo. Mi corazón latía con fuerza en mis oídos, mi piel ardía con una mezcla de nerviosismo y algo que no quería admitir. Simplemente me quedé allí, observando la escena mientras mi mente se llenaba de sentidos. Un calor me invadió el cuerpo y crucé mis piernas inconscientemente.

De repente, Aegon levantó la vista, y fue entonces cuando me vio. Nuestros ojos se encontraron a través del espejo que había encima de la mesa. Por un instante, pensé que se detendría, que se avergonzaría o que me pediría que me fuera, pero no fue así. No paró. En cambio, mantuvo la mirada fija en mí, sus gemidos se hicieron más profundos, y la intensidad de sus movimientos aumentó.

Sentí una descarga recorrer mi cuerpo, como si la situación hubiera cambiado en un segundo. Aegon no apartaba la vista de mí, sus ojos oscuros estaban llenos de deseo mientras seguía con la mujer, que parecía ajena a mi presencia. En medio de los jadeos y gemidos, de pronto lo escuché.

Entre dragones y lobos - (Aegon Targaryen & Cregan Stark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora