29. Sombras Entre La Victoria

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En un acto de desesperación, una figura envuelta en un aura oscura apareció con una gigantesca espada al lado. Sarah, en el momento crítico, hizo un gesto con su varita como si fuera una espada, y la espada real siguió el movimiento, clavándose en la cabeza de Norberto. Hagrid, con un grito desgarrador, llamó a Norberto mientras Sarah, gracias a un hechizo que amortiguó su caída, aterrizaba sin daños. Con el huevo en mano, Sarah salió del campo de batalla. La multitud, tan silenciosa como cuando ella había entrado, esperaba el resultado con ansias contenidas.

Como era de esperarse después de la prueba, el ambiente en las salas comunes de Hogwarts era de euforia incontrolable. Los estudiantes se agolpaban en las salas comunes, celebrando con un entusiasmo que hacía tiempo no se veía en el colegio. La alegría era palpable, y el ambiente festivo se había apoderado de cada rincón.

Sarah, sin embargo, necesitaba un momento de calma y decidió dirigirse al despacho de Snape. Desde el final de la prueba, no había tenido la oportunidad de hablar con él, y sentía que era el momento adecuado para hacerlo. Cuando llegó a la puerta de su despacho, tocó suavemente y esperó a ser admitida. Snape le permitió la entrada, y antes de que pudiera decir una palabra, la sorprendió con un abrazo inesperado. Sarah, tomada por sorpresa, correspondió al gesto con gratitud; necesitaba ese apoyo más de lo que había anticipado.

—Fue muy arriesgado —murmuró Snape, su voz grave y cargada de preocupación—. Me tuviste en vilo todo el tiempo. Necesitas prepararte mejor para la segunda prueba. Eres brillante, pero lo que enfrentaste fue demasiado peligroso.

—Estuvo bien, supongo. Es parte del torneo... —respondió Sarah, tratando de restarle importancia a los riesgos.

—¿Te hizo daño? —Snape la examinó con una mirada rápida pero minuciosa.

—No mucho, sólo me duele un poco la espalda.

—Eso es un alivio. ¿Qué piensas hacer para la segunda prueba?

—La verdad es que no tengo ni idea de cuál será la segunda prueba. Supongo que el huevo dará alguna pista...

Después de una conversación prolongada en la que Snape se aseguró de que Sarah estuviera lista para los próximos desafíos, la dejó ir con un consejo final. Sarah había prometido a Lukas que celebrarían juntos, aunque solo fuera entre ellos dos. Su hermano, rebosante de orgullo y alegría, no perdía ocasión para alardear por los pasillos de Hogwarts sobre los logros de su hermana. Nada lo hacía más feliz que ver a Sarah destacarse en el torneo y compartir ese momento de triunfo con ella.

Lukas no estaba dispuesto a unirse a la celebración en la sala común, por lo que ambos hermanos optaron por caminar hacia el lago. Durante su paseo, Sarah le explicó detalladamente los eventos de la prueba. Lukas la miraba con un orgullo que, evidentemente, se consolidaría con el tiempo.

Después de un rato, la profesora McGonagall apareció en el patio para ordenar a todos los alumnos que regresaran a sus salas comunes. Les recordó que era tarde y que era momento de descansar, especialmente a Sarah, quien había tenido un día agotador.

Desafortunadamente para Sarah, mientras se dirigían de regreso, vio a Eileen y Cedric en el patio. La imagen de ambos, recostados en el suelo con Eileen apoyada en el pecho de Cedric mientras él acariciaba su rostro, no era lo que ella necesitaba en ese momento. Sarah y Lukas se escondieron para evitar ser vistos. Aunque inicialmente estaban a punto de irse, Sarah decidió quedarse y escuchar la conversación, mientras Lukas, confundido, trataba de entender la situación.

—Por favor, ya no estés enojada conmigo —dijo Cedric, visiblemente preocupado.

—No estoy enojada, solo me preocupé demasiado por ti durante la prueba. Fue demasiado arriesgada. No puedo imaginar cómo será la segunda...

Our Safe Place | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora