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Checo

Este era mi compañero. Mi cuerpo ya lo sabía. Cuando pensaba en ello con conciencia, mi mente se llenaba de una energía blanca.

Los alfas eran dominantes por naturaleza. Lewis era grande y musculoso. No había duda de que podía—y lo haría—descargar sus necesidades en mí durante un celo. Pero ahora mismo, se calmaba con mi tacto. Su comportamiento agotado e inestable se calmó un poco cuando le hablé con voz suave. Empezó a hablar de tener el control y de que quería que yo lo viera como un caballero. Encarnaba mi fantasía privada de honor y protección alfa, lo que me atrajo aún más.

Y luego estaba su impresionante físico. Su pecho musculoso subía y bajaba, la piel morena caliente desprendía un brillo tenso y dorado que solo resaltaban aún más sus tatuajes. Su entrepierna se abultaba de excitación, empujando contra el material hasta que parecía a punto de estallar. Tenía los labios firmes pero flexibles, las mejillas llenas cuando se estremecía o sonreía, las cejas suaves sobre unos ojos oscuros que nunca me cansaría de mirar.

Era Lewis. ¿Lo aprobarían mis padres?

—¿Puedo tocarte? —pregunté.

Sus músculos se tensaron. Su boca se apretó en una línea recta. Un parpadeo y el aumento de la temperatura de su cuerpo combinados con una oleada de placer que me recorrió, fueron mi respuesta.

Le puse la mano en la frente. Sus ojos se cerraron y luego se abrieron.

Con voz rasgada y perdida:

—¿Puedes hacerlo más?

—Sí, puedo.

Bajé mi mano y acaricié su mandíbula, sintiendo cómo se endurecían los músculos y observando cómo su nuez de Adán se movía.

—Estás siendo tan bueno —dije.

Arrodillándome en el colchón, usé mi mano libre para tocar su pecho. La piel estaba caliente y mi cuerpo se ruborizó por completo para igualarlo. Tome algunas de sus trenzas que se deslizaban en mis manos. Enrosqué mis dedos en ellas, tiré y gimió.

Le había quitado la chaqueta y la camisa, lo que significaba que ahora era el turno de sus pantalones. Pobre Lewis. Ahora parecían demasiado ajustados.

Me deslicé hacia abajo en la cama y usé ambas manos para desabrochar su hebilla del cinturón.

Lewis dio un respingo.

—Un segundo y te los quitaremos.

—Lo siento.

Miré su rostro tenso. Sus ojos se habían vuelto a cerrar.

—No es necesario.

—Tú no firmaste para esto —Volvió a gemir, lo que hizo que mi corazón se contrajera.

—De hecho, lo hice.

El cinturón se soltó con facilidad y lo tiré al suelo. A continuación, desabroché el botón y bajé la cremallera, dándole más espacio para respirar.

—Deprisa —susurró, girando hacia un lado para que lo despojara del todo.

Mi primera visión de carne desnuda por debajo de su cintura fue su trasero, redondeado y firme, con el lateral del muslo tenso. Tenía piernas largas, y empujé un buen trecho hacia abajo para liberarlo de la ropa, también de sus bóxers.

Ya había desnudado a alfas antes, de forma desordenada y ansiosa por llegar al premio. Pero siempre fue por un beneficio egoísta. Ahora mismo, lidiaba con sentimientos tan nuevos que era como una primera vez para mí. Este alfa era diferente. Su necesidad me ablandó. Quería ir más despacio, pero eso no iba a suceder.

Luscious match [Chewis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora