Único

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El estadio Camp Nou vibraba con la emoción del primer Clásico de la temporada.

Gavi, recién recuperado de su lesión, salía al campo con la mirada fija en Bellingham. Este sería su primer enfrentamiento, algo que los medios habían anticipado durante semanas, pero dentro del vestuario del Real Madrid, la atención hacia el joven Omega era casi inexistente.

Vinicius, ajustándose las botas, comentó a Jude con una media sonrisa.

—Gavi es bueno, no me malinterpretes, pero aún le falta. Después de una lesión tan larga... No creo que sea el mismo de antes.

Jude, recostado en su asiento, asintió con la cabeza. Nunca había enfrentado a Gavi, pero no entendía el revuelo.

Después de todo, los Omegas eran más frágiles, más fáciles de quebrar en partidos de alta intensidad.

—Será un partido más, Vini, no hay de qué preocuparse. Si lo tengo en mi área, lo manejo.

Al otro lado, en el vestuario del Barcelona, Gavi ataba con firmeza sus botas. El fuego en su pecho ardía con intensidad, su corazón bombeando adrenalina.

Este era su momento. Sabía que las miradas estarían puestas en su rendimiento, y más aún, en cómo se mediría ante el flamante fichaje del Madrid.

Bellingham... pensó, apretando los dientes. Hoy no sería un partido fácil para el Alfa inglés.

El pitido inicial cortó el aire, y desde el primer momento, el Barcelona tomó control del balón. A pesar de las tácticas del Madrid, Gavi estaba en todas partes.

En cuanto Jude recibía el balón, el Omega lo marcaba implacablemente, chocando con él, robándole la posesión, empujándolo sin tregua.

Cada vez que Jude intentaba avanzar, ahí estaba Gavi, como una sombra que no podía sacudirse.

—¿Qué demonios…?—Murmuró Jude después de uno de esos choques, donde acabó rodando por el césped.

Al principio había pensado que sería fácil superar al Omega, pero cada vez que lo intentaba, Gavi lo derribaba con una intensidad inesperada.

¿Desde cuándo los Omegas eran así de fuertes?

En una jugada rápida, Jude recibió el balón en el centro del campo, buscando espacio para avanzar.

Sintió la presión, y antes de que pudiera reaccionar, Gavi ya estaba ahí, empujándolo con fuerza al suelo. El estadio estalló en gritos de emoción.

—¡Levántate, Bellingham!—Le gritó Gavi desde arriba, su rostro encendido de determinación.

—¿Qué pasa, Alfa? ¿Esperabas que fuera fácil?

Jude apretó los dientes, irritado por la humillación. Nadie lo había marcado así antes. Se levantó rápidamente, pero no pudo evitar sentir una punzada de duda.

Gavi no era el típico Omega que él había imaginado. Era rápido, fuerte, y lo más importante; imparable.

A lo largo del partido, cada vez que Jude intentaba recuperar el control del balón, Gavi estaba allí, bloqueando cada intento de pase, interrumpiendo cada movimiento.

El cansancio empezaba a hacer mella en el Alfa, pero Gavi no parecía detenerse, como si la adrenalina de la batalla le diera más fuerzas.

Cada choque entre ellos resultaba en Jude en el suelo y Gavi sobre él, desafiante.

—Te subestimé, Gavira.—Murmuró Jude entre respiraciones pesadas después de otro encuentro físico donde nuevamente había caído.

Gavi no le respondió, simplemente le dedicó una sonrisa desafiante antes de volver a correr, buscando otra oportunidad para derribarlo.

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