Capítulo XIII

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   Las calles de Liverpool estaban inundadas gracias al torrencial aguacero que estaba cayendo. Entré a una floristería para, además de refugiarme, llamar a Stuart.

   Contestó de inmediato.

   —¡Hola, John! ¿Cómo estás?

   —Stu, necesito que me digas las flores favoritas de Paul. Tú eres su amigo..., bueno, eras, pero debes saber...

   Hubo un silencio.

   —¿Vas a llevarle flores?

   —Sí. Ya dime, que no tengo todo el día.

   —Margaritas. Paul es muy básico.

   Me acerqué a una de las chicas que atendía.

   —¿Tiene margaritas?

   Ella asintió.

   —Gracias, Stu. ¿Y sabes cuál es su color favorito?

   —Azul.

   —Bien. Gracias.

   Colgué, mirando nuevamente a la señorita. Ella se sonrió un poco.

   —Un ramo de margaritas. Con algo azul.

   Ella comenzó a realizar el ramo mientras me preguntaba qué cosa me gustaba o si tenía alguna sugerencia.

   Finalmente el ramo de margaritas quedó envuelto en papel blanco y azul, con un cordón dorado y una tarjeta del mismo color. Se veía bonito y yo sólo esperaba que a Paul pudiera gustarle.

   Me dirigí hacia el auto con cuidado de no mojar el ramo, y finalmente pude subirme para ir a la casa de Paul. Fue un poco difícil y retardado porque la lluvia congestionaba las calles.

   Con el torrencial aguacero encima, corrí hacia la casa de Paul protegiendo el ramo de flores.

   Toqué el timbre, y una vez más Mike abrió. A diferencia de en la mañana, esta vez no tenía un semblante soñoliento.

   —¡Tú novio llegó, Paul! ¡Qué romántico!

   —¡No es mi novio, Mike! ¿¡Y qué carajos hace John aquí si ya vino esta mañana!? ¿¡Cree que está es su casa o qué!?

   Paul se quedó en silencio cuando me vio acercarme al sofá donde estaba sentado con el ramo de flores.

   Me quité los lentes, cuyo cristal estaba salpicado de agua, y pasé la mano por mi cabello en busca de eliminar las gotitas que habían caído.

   Luego le extendí las flores junto con una bolsita plástica color blanco, mientras que Mike puso música romántica y comenzó a bailar haciendo caras de enamorado.

   —Deseo que te recuperes y deseo que sepas una vez más lo mucho que me gustas.

   —¡Qué viva el amor! —Mike fingió llanto.

   Paul las tomó, teniendo un ligero rubor en sus mejillas.

   —Gracias.

   Me incliné hacia él y le di un besito en los labios.

   —Te quiero.

   —¡Qué lindo es John, de grande quiero ser como él!

   —¿A tu esposa le diste unas iguales?

   —No, pero sí le di unas para que me perdone por haberme fijado en ti. En cambio a ti te doy unas para que sepas lo mucho que estoy interesado en ti.

Once in a Lifetime ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora