Parte única

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Youngho está en la relación de su vida. No tuvo demasiadas experiencias antes, pero cada día vuelve a darse cuenta de lo que está experimentando, y es el amor más puro que podría llegar a sentir. Minhyung es su todo, lo complementa de una manera única, y es así incluso en los aspectos más pequeños de su relación.

Youngho es una persona más extrovertida y expresiva que su novio, y no es que Minhyung sea precisamente privado, pero cuando Youngho puede usar sus palabras para demostrarle cuánto lo ama, el menor prefiere usar sus acciones; los abrazos por la espalda, los apretones en sus manos, las sonrisas tan cálidas y sinceras que sólo él puede ofrecerle, esas son las maneras que Minhyung tiene de recordarle su inmenso cariño.

―Te amo, te amo, mi amorcito ―el más alto suele apretar a su chico entre sus brazos, y este atina a reír y soltar quejiditos.

―¡Youngho, me lastimas!

―¡Eso jamás! Nunca podría hacerle daño a mi pedacito de cielo ―lejos de parar, Youngho deja múltiples besos sobre la mejilla del más joven. Sabe que a él no le molesta, pero no puede reaccionar.

Está acostumbrado a ello, ama incluso que sus maneras de querer sean distintas, pues a diario aprende más sobre Minhyung a través de sus actos. Por ende, cuando el más joven llega a su departamento después de sus clases y habla, Youngho le mira con confusión.

―Hola, mi… Mi calabacita.

El gesto del de ascendencia americana oscila entre la sorpresa y la diversión, y Minhyung lo nota de inmediato, lo que hace que su rostro se caliente.

―¿Calabacita? ―el mayor cuestiona, recibiendo una negación como respuesta.

―Olvídalo, estaba intentando algo.

La postura del chico le hizo entender que quizá no debía cuestionar más, pero tan sólo media hora después, volvió a escuchar un peculiar apodo.

―Entonces, ¿fue un buen día… Cuchi-cuchi?

―Eso… ―trata, pero es imposible no reír ante ello―. ¿Se supone que es un apodo, o una invitación?

―¡Oye, atrevido! ―aún más rojito que antes, Minhyung reniega.

―Es broma, pero… ¿Qué traes entre manos?

Youngho nota cómo su novio desvía la mirada, y se acomoda mejor en el sofá donde ambos descansaban. Espera por lo que tenga qué decir, pues lo conoce, hasta en el silencio Minhyung tiende a pensar demasiado. Parece que abre sus labios para decir algo, pero se arrepiente y los aprieta.

―¿Algo te molesta, cariño?

―¡Eso! ¿Por qué me llamas así? ―señala prácticamente a su boca, y Youngho ladea el rostro.

―¿Ah? ¿Te molesta que te llame por apodos lindos?

―No, no, mi pregunta es… ¿Cómo? ¿Por qué lo haces? ―a sabiendas de que el más grande no entendía nada, el canadiense jadea con desesperación―. A lo que me refiero es a que, ¿por qué te es tan sencillo? Hoy… Bueno, ¿recuerdas a Jeno y Jaemin?

―Claro, ¿qué con ellos? ―mejor posicionado, Youngho le observa atentamente.

―Apenas hace un mes empezaron a salir y, no dejan de llamarse por los apodos más estúpidamente melosos que he escuchado en toda mi vida ―con un dejo cómico, prosiguió―. Es molesto, no les importa que yo esté delante de ellos para usarlos y, hoy les pregunté por qué hacían eso… Entonces me percaté de que las parejas lo hacen, pero yo… No soy bueno con eso.

En esas cosas, también, Minhyung es distinto a él; es más tímido, piensa mucho más en lo que va a decir y en si suena bien, aunque para Youngho todo tenga algo de sentido si es Minhyung quien lo dice. Así como de él aprendió a ser más prudente y reflexivo, no le molesta impulsarlo a tener menos miedo de conversar y contarle sus inquietudes. Antes, el menor era incapaz de verbalizar sus temores, al menos ahora puede hacer un pequeño caos al hablar de ellos.

―Pero… ¿Qué tiene eso de malo? ―la cuestión es honesta, el más alto se acerca un poco.

―Es sólo que tú me dices cosas bonitas siempre, y me hacen sentir feliz aunque no sepa cómo responder, y no quiero no saber, ¿entiendes? Yo también quiero decirte cosas que te hagan sentir especial… ¿Osito?

―Ese estuvo mejor, aunque me recuerda a mi tía, cuando era niño era muy alto y un poco gordito, así que ella-

Antes de seguir hablando, Youngho nota el gesto de desilusión y molestia en el menor, quien abultó sus labios. Acaba de arruinar un poco lo que fue la mejor propuesta hasta ese momento, pero rápidamente, Youngho ríe.

―El punto es que, no necesitas forzarte ―algo avergonzado, muestra una sonrisa inquieta―. Quiero decir, yo me siento amado por ti, no tienes qué obedecer a lo que la gente crea que es normal hacer dentro de una relación, es nuestro noviazgo, ¿no?

―Yo quiero recordarte de muchas maneras que eres mi amor, sólo que suena tan básico cuando lo digo yo…

―Minhyung, incluso mi nombre suena maravilloso cuando tú lo dices ―toma las manos de su chico, pidiéndole su completa atención―, puedes decir cualquier cosa siempre y cuando a ti te haga sentir cómodo, no necesito más que eso.

―Pero… Incluso tu hermano me dijo que… Debía intentar ―un poco más apenado, Minhyung parece bajar la voz, pero Youngho estrecha el agarre.

―Donghyeok puede decir muchas cosas, y lo quiero mucho, pero por más que sea mi hermano no significa que lo que haya dicho sea lo que yo diría, ¿sabes? Puedes venir a mí apenas tengas algo que necesites consultar, también soy tu amigo, no sólo tu pareja.

Titubeante, Minhyung alza la vista hasta sus ojos. Youngho aún siente un ligero temblor entre sus manos, pero cuando piensa en volver a tomar la palabra, el más joven se adelanta.

―Gracias, Youngho… Amo que seas así, que siempre pueda hablar contigo sin sentirme peor conmigo mismo, es como tener un diario… Uno muy lindo ―lo último sale en un murmullo, pero Youngho lo escucha y es suficiente.

―Tú eres lindo, todo el tiempo, intentes o no serlo.

―Pero tú sabes exactamente cómo actuar para calmar mis nervios y eso lo agradezco, además de que… Eres la persona más divertida que he podido conocer ―asiente para sus propias palabras, esbozando una sonrisa cada vez menos retraída―, adoro pasar tiempo contigo y, cada día me pregunto cómo hacerte entender que te amo, y amo que además de todo, me hagas motivarme a ser mejor a diario… Eres hermoso en todo aspecto, ¿sabes? Más allá del físico, de tu cuerpo, de tus ojitos de miel, eres…

La oración queda suspendida, y Minhyung luce pensativo. Por otro lado, Youngho abre lentamente sus labios, antes de intentar esconder una sonrisita algo tímida, lo que era raro en él. No puede evitar hablar.

―… ¿Ojos de miel?

Tarda en notarlo, pero al hacerlo, Minhyung vuelve a observarlo directamente con una expresión de asombro. Ni siquiera lo pensó cuando lo dijo, y se nota en su propia sorpresa.

―Yo… Lo dije sin notarlo… ―tarda un momento más en proseguir―. Pero es cierto… Amo tus ojos de miel.

―Nadie nunca me había dicho algo así ―con mayor confianza, el gesto del mayor se ilumina, y su voz sale con ternura―, es adorable… Me encanta.

Minhyung está como congelado en su sitio, hasta que sus comisuras se alzan y sus mejillas se pintan de rosa. Su mirada es tan blanda que Youngho siente que podría descansar ahí por toda la eternidad.

―Te amo, Ojitos de Miel ―suelta y tantea. Youngho se abalanza sobre él.

―Te amo tanto, Minhyung, mi corazón.

No lo usaría a diario, y Youngho lo sabe, pero cuando las cosas no salen cómo espera o al contrario, cuando el día es fantástico, Minhyung siempre está ahí para compartir con él, acariciando su cabello, besándolo y susurrando ese sobrenombre que desde el primer momento, hizo que el pulso del mayor enloqueciera.

No necesita más, nunca lo hizo, pero lo disfruta y lo aprecia tanto porque es Minhyung quien lo dice, y eso es lo que lo vuelve una de sus partes favoritas de vivir.

Ojitos de Miel [JOHNMARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora