Añoranza subversiva

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La doctora por fin llegaba a aquel lugar, preocupada, el chico en el pasado se había puesto de tal modo que casi terminaba abusando de una compañera, solo por instinto, a pesar de que no sentía nada de amor por aquella joven que lo acosaba; sin embargo, en este caso sabía que el joven Katsumi, estaba demasiado interesado en la oji azul, sin saber que en realidad tenía una forma maldita como él.

Al abrir la puerta Primayine, escucho silencio, se fue a la habitación de la pelirroja, encontrándola cerrada, con las llaves que tenía, abrió esta, al hacerlo, vio a la pelirroja en la cama desnuda, alarmada se acercó, solo para observar que al parecer no le había pasado nada, cubrió a la joven y cerro de nuevo con seguro la puerta; al salir escucho un ruido en la habitación del joven.

-¿Katsumi? -pregunto preocupada.

-Pude controlarme un poco, grr... -gruño del otro lado, visualizando la sorpresa de la doctora. -Me iré hoy, su aroma me está descontrolando demasiado, te la encargo por favor, solo estaba esperando a que llegaras para poder irme, dile que me disculpe, no sé qué paso, de repente ella parecía otra persona, se montó en mí, para frotar su cuerpo y cuando la levante para poder llevarla a su habitación, lo seguía haciendo, de repente ya la tenía empotrada en la pared, reaccione cuando sentí humedad e inevitablemente termine teniendo un orgasmo también, tuve que encerrarla y encerrarme -hablaba el joven aun sin salir de aquel cuarto.

-.... -la doctora se quedó callada escuchando, aquel joven llamado Ranma que estaba en el cuarto, era demasiado inestable, sino controlaba o tenía armonía con la chica; sería propenso a que sucedieran aquellas cosas, que la forma maldita dominará o tomara el control; como le había sucedido hace tiempo a Katsumi. -Creo que lo más sensato sería que ella ya no viva contigo -soltó.

-¡Ella es mía! -exclamo aquella voz extraña nuevamente.

-Ranma no es un objeto, no puedes retenerla aquí, no es sano para ninguno de los dos, si la intentas forzar, Katsumi no te dejara salir como lo hace cada que se lo pides, ya no es el niño pequeño al que podías doblegar, ahora es el quien lo puede hacer -comento escuchando gruñidos. -Ahorita solo puedes salir porque él está siendo dominado por sus deseos, así que dale el control -termino de decir.

-Primayine, de nuevo paso -aseguro preocupado el joven Katsumi.

-Si, por eso te digo que lo mejor es que Ranma se vaya de aquí, hablare con él, así que sea cual sea la decisión que tome, no le estes acosando -dijo suspirando.

-Yo no la acoso -respondió a la defensiva.

-Se que te la pasas aquí, solo vas a ver los negocios de tu padre, pero a tu cafetería no has ido en esta semana; no te puedes aferrar, esperando que Ranma te haga caso, él tiene sus secretos al igual que tú los tuyos, ambos son simples desconocidos, estoy segura que el agradece lo que has hecho por él, pero no te hagas ilusiones, Ranma necesita mucha ayuda y quizás tarde tiempo en querer intentar tener una relación sentimental con alguien -termino de decir la mujer; del otro lado el joven estaba calmándose, preocupado por lo poco que había revelado la mujer mayor.

-.... -después de suspirar varias veces hablo por fin. -Todos los gastos yo los absorberé, solo ayúdala -termino de hablar, abriendo la puerta. -En cuanto a lo otro, infórmame que decisión tome, te la encargo mucho por favor, yo me iré ahorita, antes de que me vuelva a descontrolar -termino de decir.

-De acuerdo, ¿Cuánto tiempo estarás fuera? -pregunto la doctora.

-No lo sé, pero me comunicaré contigo para saber cómo esta -hablo sonriendo amablemente. -Gracias Primayine -dijo abrazando a la mujer, quien respingo por la acción.

-De nada, solo cuídate -termino de decir, para por fin sentir como el joven se separaba de ella y empezaba a salir de ahí, cuando este se fue, volvió hacia la recamara de la pelirroja y quito el seguro que había colocado en la misma, la chica seguía inconsciente, dejo la puerta entre abierta y se puso a cocinar algo para que comiese el joven, estaba terminando, cuando escucho gritos, corrió a la habitación, para escuchar claramente, como pedía que la soltaran y no le tocaran.

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