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La noche había caído, y mi departamento se encontraba en silencio, roto solo por el chisporroteo de la sartén mientras preparaba una cena simple. Estaba tratando de desconectar de todo lo que había pasado en el día, concentrándome en los movimientos repetitivos de cortar y mezclar. La tenue luz de la cocina me resultaba reconfortante, un pequeño refugio que me permitía relajarme después del estrés de todos estos días.

De repente, el teléfono comenzó a vibrar sobre la encimera. Miré la pantalla y, para mi sorpresa, era Rodrigo. Dudé por un momento antes de contestar. No esperaba escuchar de él tan pronto, y mucho menos a esta hora.

—¿Hola? —respondí, secándome una mano en el delantal antes de llevar el teléfono a mi oído.

—¡Iván! —exclamó Rodrigo con su habitual entusiasmo—. ¿Te agarré en mal momento?

—No, no... —dije, intentando sonar casual—. Solo estoy cocinando algo para cenar.

—Ah, qué bien. Te juro que llamé solo para charlar un rato, nada serio —respondió, su tono relajado, como si estuviéramos hablando desde siempre.

Me quedé en silencio un segundo, algo desconcertado por la informalidad de la llamada. Rodrigo no sonaba como el tipo de persona que simplemente llama sin un motivo, pero ahí estaba, hablándome como si todo fuera lo más normal del mundo.

—Está bien —dije, mientras removía algo en la sartén—. ¿Cómo va tu noche?

—Tranquila. Acabo de terminar una reunión, nada del otro mundo. Solo quería saber cómo estabas vos, después de todo lo de ayer.

Su interés parecía genuino, y eso me tomó por sorpresa. No esperaba que alguien como Rodrigo, siempre rodeado de gente y eventos, se tomara el tiempo de hacer este tipo de cosas.

—Bien, supongo —respondí, aunque no estaba seguro si esa era la verdad—. Fue raro, ya sabés. No estoy acostumbrado a ese tipo de situaciones.

Rodrigo soltó una pequeña risa, como si lo entendiera perfectamente.

—Sí, me di cuenta. Pero lo manejaste bien. La gente ya está hablando de nosotros, y eso es justo lo que queríamos, ¿no?

—Supongo que sí —dije, volviendo mi atención a la comida para distraerme.

Hubo un pequeño silencio antes de que Rodrigo hablara de nuevo, esta vez en un tono más ligero.

—¿Y qué estás cocinando?

—Nada del otro mundo. Pasta con salsa. Algo rápido —respondí, sonriendo levemente al darme cuenta de que estaba compartiendo detalles triviales con él.

—Eso suena mejor que lo que tenía pensado hacer. Yo ni siquiera sé cocinar bien. Me las arreglo con delivery casi siempre —dijo, y pude imaginar su sonrisa del otro lado.

—¿En serio? No parecés el tipo de persona que no sabe cocinar.

—Bueno, una cosa es parecer, y otra es ser, ¿no? —bromeó, y noté el tono de autocrítica en su voz.

Seguimos charlando durante unos minutos más, sin prisas. Rodrigo me hacía preguntas sencillas sobre mi día, sobre la comida, sobre cualquier cosa que le pasara por la cabeza. La conversación, aunque ligera, me sorprendía por su simplicidad. No había cámaras, no había expectativas, solo dos personas hablando de la vida cotidiana.

Cuando la pasta estuvo lista, me despedí con la excusa de cenar, y Rodrigo no puso ningún obstáculo.

—Bueno, Iván, que disfrutes de tu cena. Hablamos mañana, ¿dale? —dijo, todavía con ese tono cálido y relajado.

—Dale, hablamos mañana —respondí, sintiendo una leve desconexión mientras colgaba.

Me quedé unos segundos más mirando la pantalla en blanco del teléfono, antes de volver a mi comida. No estaba seguro de qué pensar de Rodrigo. Aparentemente era mucho más de lo que mostraba al público, y eso me dejaba con la incómoda sensación de que tal vez no lo había juzgado bien.

Mientras tomaba el primer bocado de la pasta, me di cuenta de que, al menos por esa noche, no había sentido esa incomodidad habitual que siempre me perseguía. Rodrigo tenía una forma de hacer que todo pareciera más... sencillo.

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mi capitulo fav hasta el momento k tierno todo

que opinan? me ayudan mucho votando y comentando vvv

gracias x seguir la hitsoria

Entre escenas y letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora