Ambientada en el 1980 Riki; 16 años Alvin; 15 años
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Ellos llevan tiempo así. Lo saben, tarde o temprano deberán hablarlo y ya no hay una manera de frenar ese destino que paulatinamente llega a sus vidas, ambos se gustan ambos se atraen, solo que después de tantos años ya no saben como decírselo el uno al otro.
Siempre es lo mismo, se envían cartas melosas en las que se juran un amor eterno y abrigador que los abraza, envuelve y acaricia en conjunto como si de una manta se tratase.
Ellos lo sienten, sienten que ese amor que prometen, juran y velan por su estabilidad es puro, real, nada puede vencerlo ni acabarlo, derrotarlo o diluirlo. Por eso existen aquellas cartas que son un puente para que el amor fluya por medio de las palabras, los poemas y las canciones compuestas en honor al otro.
Son amigos, muy buenos, pero ¿Qué amigos se dedican toda clase de cursilerías en las que dicen quererse legítima y apasionadamente? Solo ellos lo hacen, nadie lo sabe es una confidencia propia de ambos jóvenes, confidencia que solo sirve de máscara para proteger sus sentimientos verdaderos por el miedo y el pánico ante el hipotético caso de ser rechazados por quién más aman.
Nunca serían capaces de arruinar una amistad de años por sentimientos adolescentes, nunca serían capaces de... Declarar lo que es "un amor de primavera".
¿Cierto?
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El joven Alvin salta, brinca de alegría, quien diría que tras tiempo de espera y tinta plasmada en papel el universo da la oportunidad de poder verse con su amado, obvio que esto es algo serio para el y no puede arruinarlo por lo más mínimo, debe arreglarse, verse bonito y digno de ser querido por cualquier como su amor no-correspondido o como este prefiere llamarle su "crush" .
Corre a su armario ansioso revisando con prisa que usar para verse lindo, aunque esté seguro de que este no lo es, sabe que algo de ropa y maquillaje ayuda para que Ricardo pueda no notar sus ojeras o parte de las cicatrices que tienen en ambos brazos y muñecas.
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Ricardo también se alistaba para la cita, se encuentra pensando en que debe llevar y como puede impresionar a Álvaro, a su Alvarito. No sabe que puede resultar nuevo e innovador para el chico, sabe lo que le gusta aunque no encuentra lo que puede usar para lograr su cometido.
Quiere usar algo formal, pero a la vez la duda y la inseguridad hace dudar si eso es mucho o su quizás es poco para la cita planeada con Alvarito, puede que sea demasiado... O aun no sabe, como ya menciona no puede decidir por la inseguridad que fulmina y carcome su mente.
Quizás algo informal es lo justo y necesario... Quizás.
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La hora a llegado, ambos caminar, uno con paso nervioso y otro figurando una seguridad que solo tapa su miedo y pánico por lo que sucederá a continuación. Ambos piensan declararse y confesarse su eterno y puro amor, piensan ofrecer el amor retenido, guardado en su corazón para liberarlo y dejarlo a manos de quién logré tenerlo como prueba de lo que juran en cartas cargadas de profundos sentimientos.
Ambos llegan, se encuentran, Alvaro corre y lo abraza siente que a pesar de saber lo que es abrazarlo es una experiencia nueva y liberadora que no hace más que ablandar su corazón, dándole un impulso para expresar las palabras, que están vez no estarán escritas suaves y amorosamente en la hoja, está vez será algo de frente a lo que no debería esperar uno o dos días para una respuesta certera, segura, por parte del mayor.
Lo atrae hacía su mirada como la abeja al polen mientras sus caras van quedando lentamente distanciados por solo milímetros
