Sentir A Veces Duele

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Narra Emily

La noche cayó sobre nosotros, y con ella, la urgencia por ir a ese lúgubre orfanato para hablar con Hannah frente a frente. Mis mamás sabían que debía hacerlo, estaban preocupadas, pero también me daban los mejores ánimos del mundo.

- ¿Estás lista para irnos? - preguntó mamá, tomando su bolso y sus llaves.

- Eso creo - respondí, tomando mi celular, mi única pertenencia realmente escencial en éstos momentos.

- Todo saldrá bien, sólo habla con ella, pase lo que pase, estaremos aquí - mami besó mi frente con una dulzura que sólo ella puede transmitir.

Apreté mis labios, con una sonrisa forzada, siempre dicen que me veo idéntica a mi madre cuando hago ese tipo de gestos, espero ser igual de fuerte que ella.

Todo el trayecto en auto fue completamente silencioso, no quería hablar del tema, no quería que mis nervios me ganaran y mamá respetó eso. Quiero poder decirle a Hannah lo que siento, aunque ya no vuelva a verla, necesito sacar eso de mi pecho para no explotar.

- Llegamos ¿Quieres que te acompañe? - preguntó, alejándome de mis pensamientos, con una mano puesta sobre mi hombro.

- No, gracias, estaré bien - dije, dándole un fuerte abrazo, es la mejor mamá del mundo.

- Te amo, si necesitas algo sólo dímelo, esperaré aquí -

Asentí con una sonrisa nerviosa y bajé del auto mientras enviaba mensajes a Hannah, avisándole que ya estaba aquí.

E: - Estoy en la entrada del orfanato ¿En dónde estás?

H: - Hola, perdedora, espérame ahí, voy en un minuto.

Me quedé en la entrada, mirando a mi alrededor, era un lugar enorme, creí que Hannah exageraba, pero se vé realmente aterrador por la noche.

- ¡Buuuhh! -

- ¡Aaaaaaahhh! -

Lancé una bofetada por instinto, haciendo retroceder varios pasos a mi querida y bromista amiga.

- Auch, está bien, no volveré a asustarte - dijo, sobando su mejilla de forma dramática.

- Espero que con eso aprendas - dije, cruzándome de brazos y riéndome por lo bajo.

En respuesta a eso, ella sólo me abrazó, como nunca antes lo había hecho. Se sintió extraño, no sabía qué hacer con mis brazos, pero a medida que los segundos se extendían, decidí dejar de reprimirme y estrecharla hacia mí cuerpo para compartir esa sensación con ella.

- Escucha, tengo muchas cosas que contarte, sólo quiero que sepas todo de una vez - dijo, separándose del abrazo e invitandome a sentarme en el cordón de la acera.

Tragué saliva con dificultad y me acomodé junto a ella, ya sabía lo que se venía, pero me negaba a aceptarlo.

- Hoy conocí a los adoptantes y...¡Dios! Son...increíbles, ellos de verdad lograron generarme la confianza que ningún adulto pudo lograr antes. Hablamos de tantas cosas, escucharon mi historia y me permitieron conocer las suyas, son las personas más geniales que haya conocido. Tienen tres enormes mansiones, él es dueño de una compañía farmacéutica y ella es la jefa de un buffet de abogados ¡Es tan empoderada!...- creo que dejé de escucharla para ese punto, sólo sabía que en verdad, por primera vez en toda su vida, ella se sentía felíz.

Sus ojos se iluminaban al hablar de como sería su nueva vida con esas personas. No puedo ser tan egoísta, debo alegrarme por ella, se merece las cosas más buenas que éste mundo pueda ofrecerle.

Algo Contigo // Segunda Parte // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora