CAP 1

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El sol del mediodía entraba a través de las ventanas de una hermosa casa. En el interior, dos mujeres charlaban mientras saboreaban una taza de té, sus risas resonando por la sala. Naomi Higurashi, una mujer amable y siempre sonriente, acababa de dar a luz a su hija Kagome. Sentada frente a ella estaba su mejor amiga, Isayoi Taisho, que sostenía en brazos a su bebé, Inuyasha.

—Parece que nuestras familias siempre estarán conectadas —comentó Naomi con una sonrisa, mirando al pequeño Inuyasha, de apenas unos meses, mientras gateaba torpemente por la alfombra.

Isayoi, con su habitual gracia, acarició la cabeza de su hijo antes de responder: —Es verdad. Tienes mucha razón amiga.

Sesshomaru, el hijo mayor de Isayoi, observaba a su hermano menor desde la esquina de la sala. Con apenas cinco años, ya era un niño serio y reservado. Sus rasgos afilados y su mirada profunda le daban una apariencia madura para su edad, y siempre se mantenía al margen de las conversaciones de los adultos. A pesar de ello, cuando vio a Kagome por primera vez en los brazos de su madre, su habitual frialdad se desmoronó por un instante.

La pequeña Kagome, con su cabello oscuro y ojos azules , dormía plácidamente, ajena al mundo. Sesshomaru se acercó cautelosamente, como si temiera perturbar la paz de aquel pequeño ser.

—¿Te gustaría cargarla, Sesshomaru? —le ofreció Naomi con suavidad, adivinando la curiosidad del niño.

Él dudó un momento, pero terminó asintiendo lentamente. Con una sorprendente delicadeza para alguien de su edad, tomó a Kagome entre sus brazos. Ella abrió los ojos y una dulce risita salió de sus labios , estiró sus pequeñas manitos y Sesshomaru le dio su mano para que la tomará.

Un sentimiento extraño se instaló en el pequeño Sesshomaru. No lo entendía del todo, pero en ese instante, supo que de alguna manera quería proteger a esa niña.

**Los primeros años**

Los años pasaron, y la amistad entre las familias Higurashi y Taisho siguió floreciendo. Kagome, con su carácter vivaz y alegre, se convirtió en el centro de atención de todos. Inuyasha, a pesar de ser un niño rebelde y travieso, se había convertido en su mejor amigo. Juntos exploraban los parques cercanos, montaban en bicicleta y se perdían en aventuras de infancia.

Sesshomaru, por su parte, observaba desde la distancia. Aunque continuaba siendo reservado, no podía evitar seguir de cerca el crecimiento de Kagome. A veces, mientras ella jugaba con Inuyasha, él se quedaba en un rincón del parque, fingiendo leer un libro o concentrarse en sus estudios, pero sus ojos siempre estaban atentos a ella. Si algo llegaba a amenazar su seguridad, él era el primero en intervenir, aunque fuera en silencio.

A los cinco años de Kagome, su cariño por Sesshomaru se hacía evidente. Aunque el joven siempre mantenía una actitud distante, ella lo seguía a todas partes, queriendo estar cerca de él, admirandolo, para los ojos de esa niña , Sesshomaru era un príncipe como en sus cuentos . Por otra parte , Sesshomaru la toleraba, podría decirse que era a la única persona que  aguantaba en todo el mundo.

Inuyasha, sin embargo, había notado que Kagome miraba todo el tiempo a Sesshomaru : era obvio que su mejor amiga sentía algo por él.

—Te gusta mi hermano, ¿verdad? —le preguntó un día mientras estaban en el columpio de un parque cercano.

Kagome, ruborizada, negó con la cabeza de inmediato. —¡No es cierto! Es solo que... es tan genial. Es fuerte, inteligente y siempre parece saber qué hacer. Es como un príncipe- dijo la inocente kagome.

Inuyasha rió, aunque sin burla. —Es  verdad mi hermano es genial . ¿Y yo que soy ?

- emmm tu eres un idiota- Inuyasha la miro incrédulo, su mejor amiga era cruel. Y así volvieron a correr por todos lados.

**La adolescencia y sentimientos confusos**

Cuando Kagome cumplió 12 años, Sesshomaru, con 17, estaba a punto de graduarse de la preparatoria y entrar en la universidad. Su relación había cambiado poco a lo largo de los años: él seguía siendo distante, concentrado en sus estudios y metas, mientras que Kagome lo seguía admirando en silencio.

Para entonces, ella ya entendía mejor lo que sentía. Su admiración por Sesshomaru se había transformado en algo más profundo, un amor juvenil que comenzaba a florecer, aunque nunca lo expresara en voz alta. Sabía que él la veía como una niña, alguien a quien proteger, pero no como una igual.

Una tarde, mientras ambos paseaban por los jardines de la mansión Taisho , Kagome rompió el silencio que normalmente los envolvía.

—Sesshomaru, ¿por qué siempre eres tan distante conmigo? —preguntó con una mezcla de timidez y valentía. No era común que ella fuera tan directa, pero sentía que debía hacerlo.

Él, sorprendido por la pregunta, la miró con sus ojos serios y calculadores. —No soy distante, simplemente soy así con todos.

Kagome frunció el ceño. —Pero no me tratas como tratas a Inuyasha. Con él siempre peleas, discutes... pero conmigo... eres diferente.

Sesshomaru se detuvo, sin saber exactamente cómo responder. Era cierto, con Kagome siempre había sido más suave, más protector. Quizá porque, desde el día en que la vio por primera vez como un bebé, sintió una responsabilidad hacia ella, algo que había crecido con el tiempo.

—No quiero que te lastimen —respondió finalmente, con una sinceridad inusual en él.

Kagome lo miró fijamente, sorprendida por la honestidad de su respuesta. Pero sin entender esas palabras del todo.

¿ Y la edad que importa si te amo ?● ~SESSHOME~●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora