Capítulo 6: El ataque ¿sigiloso?

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Avanzaron unos pasos inseguros en si debían pasar o no. Se encontraban en un dilema, no tenían otra forma de entrar al elegante castillo que había frente ellos, pero debían hacerlo, aunque ya sabían que de seguro se trataba de una emboscada y la situación no tenía buena pinta.
-Entremos, pero, estad alerta, podría tratarse de una trampa -advirtió Eric diciendo en voz alta los pensaminetos de todos los presentes.

El grupo asintió y atravesó las enormes verjas doradas que tenían como puertas de entrada hacia el jardín delantero, en un estado de histersmo. Si cualquiera les hubiese llamado por un susurro o hecho el mínimo ruido, como tan solo el crujido que produce unas rama al pisarla, les podría haber dado un paro cardiaco.
Los muros del castillo eran oscuros y la torre que se hallaba en el centro, era la más alta de todas, sus patios y jardines eran enormes y estaban repletos de extrañas plantas, algunas carníboras gigantes... En uno de los patios había una laguna con agua demasiado oscura para alcanzar a ver el fondo y lo que había en él. Al rededor de la torre central, se encontraban torreones más pequeños pegados los unos a los otro y había pequeños escondrijos en cada sitio. Ese lugar daba el aspecto de desorden, pero al mismo tiempo, en todo aquel caos, se hallaba cierto orden a la estructura.
Era un lugar siniestro, siniestro pero hermoso. A pesar de las nuevas estructuras que sus ojos podrían observar, los viajeros no se demoraron mucho en contemplar aquel sobrecojedor paisaje, ellos debían actuar rápido.

Atravesaron el patio delantero casi corriendo y sin hacer el menor ruido posible, pero en lugar de dirigirse a las dos enormes puertas principales fabricadas de madera de roble, fueron a una de las torres que se hallaban al lado. Intentarían trepar el muro para colarse por la ventana sigilosamente, de esta manera evitarían una batalla en la entrada y alarmar a todos los habitantes del castillo. No había que ser muy inteligente para saber que habría un grupo de soldados esperandoles al otro lado de las enormes puertas.
Encontraron un rincón que resultó ser perfecto como lugar de escondite y que podría evitar que ojos indevidos les descubriesen. Aquí, Eva hizo crecer una gigantesta enredadera suficientemente fuerte como para soportar sus pesos. Treparon evitando que se colocara frente las ventanas cerradas, así podrían escalar por ella. Treparon cuidadosamente por la enrredadera, empezando por Eva y acabando por Eric.

Nada más que el último de los que trepaba la enredadera, puso los pies en el brillante suelo enmarmolado color azabache, Eva deshizo su hechizo y la gran planta desapareció como si nunca hubiese existido.

El grupo examinó con cautela su contorno.

Los pasillos eran amplios y oscuros, las paredes de piedra eran casi igual de oscuros que el suelo y arriba, en el techo, vieron que había miles de adornos, con formas diabólicas, tallados en madera, así como intentando dar paso a algún tipo de infierno. Las paredes estaban decoradas con cuadros de paisajes de aquel terrorífico mundo y de retratos de gente importante, que seguramente vivía en el castillo... A los lados se hallaban los diferentes tipos de armaduras que había y estatuas de animales peligrosos, hechas para intentar provocar el terror en las almas de los extranjeros. Los pilares de cuarzo esculpidos con espirales y diversos tipos de formas que sostenían la mayoría de la estructura, eran magnificas, solo un gran escultor de alto nivel habría logrado la impresión que daban. Las ventanas de aquel castillo, que eran tan grandes que casi llegaban a la altura del techo, contenían hermosas vidrieras, por lo cual se colaban haces de luz de diferentes colores al interior del hogar y daban un toque más siniestro al interior y a las extraordinarias estructuras. Aquel lugar era escalofríantemente hermoso, todo tenía una desordenada armonía, distinta a la del mundo Yang, y aunque causase un pincho de terror en sus corazones, aquello era digno de ver.

Al oír varias pisadas rápidas de unos guardias a lo lejos, los compañeros se escabulleron y se ocultaron astuta y sigilosamente tras las gigantescas cortinas de tercio pelo rojo, sin hacer el menor ruido posible.

Círculo de Magos                                                La uniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora