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La noche del sábado atrapó a Hyunjin como un gallo giratorio en el techado de una granja, cuando vino el viento, derrumbó su juicio y empezó a dar vueltas sin parar. Estaba atolondrado por completo.

No es que nunca hubiera asistido a una fiesta, lo hizo contadas veces, pero nunca a alguna tan elegante como en un yate. Su época de niño rico la vivió antes de los quince, antes de las fiestas alocadas del colegio. Y de todas formas, no le agradaban mucho las fiestas. Él no encajaba ahí. Era como un florero llano y poco agraciado que quedaba en el rincón, olvidado.

Así que ya sabía lo que ocurriría en esta fiesta. No iba a bailar.
No iba a beber. No iba a hablar con muchas personas. No porque no quisiera o pudiera, el hecho era que Hyunjin era una pulga asocial. Aunque intentara ser amistoso, siempre parecía que quería matar a alguien. Tal vez por sus cejas fruncidas o sus pucheros que eran más similares a los de enojo que a los de aburrimiento.

Aceptó ir a la fiesta porque se trataba de Minho.

Así que mientras más se acercaba el final de su turno, más nervioso se ponía.

A las nueve y media, Seungmin lo sentó frente en su pequeño escritorio y sacó un estuche negro.

—Parece que ahí traes un bisturí. No creo ser un caso tan grave.

El joven bartender resopló y abrió el estuche de donde sacó un cepillo para cejas, rímel, delineador y brillo labial. Al quitarle los lentes a Hyunjin, se dio cuenta que tenía unas alargadas pestañas abundantes.

-Lucirás precioso.

—No pido milagros, Min, solo algo natural y estaré bien ya que mi idea de ir tal como soy no te gustó.

-Podrías conseguir un alfa esta noche.

—¿Para qué? Los alfas son tontos y no necesito de uno.

«Eso no es cierto. Claro que te gustaría tener un alfa que te mime», le dijo su odiosa consciencia con esa voz particularmente chillona. Era su lado omega fantasioso saliendo a flote.

«¿Y quién diablos iba a querer mimar a un omega como yo?
Cállate. Estás siendo ridículo», le contestó, negándose a aceptar algo que en su corazón sentía de verdad.

«Pasaría si fueras más agradable con los alfas. Los espantas».

«Mi cara los espanta. Ni siquiera tengo que abrir la boca antes de que ellos se alejen. No soy de su gusto. Supéralo», con eso cerró la conversación insanamente recurrente con la vocecita.
No necesitaba ese tipo de pensamientos deprimentes esa noche. Quería ser agradable con Minho, distraerse y regresar a casa a dormir.

Seungmin, mientras tanto, le peinó las cejas y les dio forma, le delineó con un lápiz negro los ojos y le puso rímel en las pestañas.

—No te esfuerces mucho. Sana dice que el maquillaje no sirve cuando uno usa lentes. No se ve.

—No deberías hacerle caso. Luces muy lindo.

Pero Hyunjin no le creyó, aun así, dejó que su amigo continuara reparándolo.

—Me hubiese gustado que te pusieras algo más colorido.

—Es que no tengo ropa para un yate. Olvidas que soy pobre.

—Pudiste pedirme ropa. Tal vez hubiese sido una talla más grande, pero lo arreglaríamos. O pudiste pedirle un adelanto a
Changbin.

-Prefiero no involucrar al jefecito en mis problemas. Además, el dinero del mes ya está ocupado. Tengo un par de cuentas
por pagar.

—Changbin no te hubiese negado nada.

-Oh, claro que lo hubiese hecho. Min, tú eres su novio, no yo.
A ti te puede permitir que rompas siete botellas de whisky escocés importado y él reponerlo. Si yo hago eso, me dará un par de patadas para sacarme del bar.

A Bed of Thorn and Roses 「Chanjin 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora