Yo, Alex, un joven de 24 años, vivía una vida que muchos envidiarían. Tenía una familia amorosa, un grupo de amigos muy unidos y un trabajo que realmente disfrutaba. Mis días estaban llenos de risas, comidas compartidas y la reconfortante rutina de una vida bien vivida. Estaba contento, no podía pedirle más a la vida.
Mi mundo giraba en torno a mi trabajo,amigos y mi perrito que sacaba seguido a pasear.
Pero la vida, como suele hacerlo, tenía un giro cruel reservado para mí. Una fatídica tarde, mientras caminaba por el parque con mi perro Max, escuché los gritos,al acercarme un ladrón robaba a una mujer trata de defenderla pero el ladrón me apuñalo.
Mientras mi espíritu se desvanecía, sentí una extraña sensación de paz. No había dolor, ni miedo, solo una suave atracción hacia un destino desconocido. Cerré los ojos, mi último pensamiento fue un susurro de amor por aquellos a quienes dejaba atrás.
-No puedo morir tengo que vivir- pensaba.Apareció un débil destello de luz, atrayendo hacia adelante.
De pronto no podía ver nada..