Capítulo 4: Madrid - Toledo

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Llevaban ya más de 20 minutos del trayecto Madrid-Toledo completado, pero ninguna de las dos había sido capaz de iniciar una conversación. Se conocían desde siempre pero ahora mismo eran unas completas desconocidas. Marta procuraba concentrarse en la carretera, para ella era la forma más fácil de sobrellevar la extraña situación en la que se encontraba: estaba llevando a casa en su coche a la hija del chófer.

- Doña Marta, muchas gracias por ofrecerse a llevarme. Si no hubiera sido por usted aún estaría otras dos horas más en esa estación esperando el autobús de línea. – El tono de Fina se había vuelto más infantil, de alguna manera al pasar tiempo con Marta volvía a conectar con aquella niña que dejó en Toledo.

- No tienes por qué dármelas, como te he comentado el trayecto lo iba a realizar igual, al fin y al cabo, ambas vamos a la misma finca.

A Fina le incomodaba la falta de conversación, pero se sentía incapaz de proponer ningún tema que le pudiera interesar a Doña Marta. Siempre la había admirado, hasta el punto de idolatrarla y todas las ideas que se le ocurrían le parecían estúpidas y superficiales, pero ya no podía aguantar más ese silencio.

- Se ha quedado buena tarde, ¿verdad? No tenía muy claro qué tiempo me iba a encontrar aquí en Toledo, llevo mucho sin venir en esta época del año. – Fina cada vez se sentía más pequeñita y haber tenido que recurrir a hablar del tiempo la estaba haciendo sudar.

- Sí, una tarde estupenda. – Marta respondió entre risas, intuyó que Fina estaba desesperada por iniciar una conversación y decidió continuarla. - ¿Qué tal el tiempo en París? Llevo tiempo queriendo visitarla en otoño.

- Uy, esta es la mejor época para visitar la ciudad, sin duda, no puede perdérsela. La luz se refleja en los edificios creando efectos preciosos y las calles se tiñen de amarillos y marrones para acompañar a las hojas en su viaje otoñal. Todos los días, al salir de trabajar me acerco al Sena y disfruto de un buen paseo acompañada únicamente por el rumor del agua. Adoro París. – Fina volvía a su tono de voz de persona adulta y suspiraba recordando todo lo que le encantaba de París.

- Vaya, me has convencido, sí. Se nota que París te tiene ganada. – La forma tan dulce con la que Fina hablaba de París había conseguido despertar la curiosidad de Marta, necesitaba saber más de aquella vida parisina. - ¿Puedo preguntar dónde trabajas, Fina?

- Trabajo en la Galerie Armand, son unos grandes almacenes, no se si los conoce. Muchas chicas de Toledo que han marchado a trabajar a París han acabado allí, con lo que siempre es más fácil enterarse cuando hay un puesto vacante. Como yo tenía ya experiencia en embalaje y paquetería de mis años trabajando para Perfumerías de la Reina me fue sencillo empezar a trabajar allí en su almacén general.

- Claro que los conozco, son unos grandes almacenes de referencia. No sé si sabes que soy la responsable de ventas de Perfumerías de la Reina, entre mis deberes está conocer el mercado de los grandes almacenes y las referencias no solo en España, también en otros países.

- Algo me sonaba, sí, creo que fue en mi última visita a Toledo cuando mi padre me comentó que usted se había incorporado a la empresa familiar.

Continuaron poniéndose al día, ganando cercanía según avanzaba la conversación y cuando más a gusto estaban el coche llegó a los terrenos de la finca. Fina se apresuró en bajar del coche y recoger su equipaje, llevaba tantas horas de viaje que casi había olvidado el motivo de su visita a Toledo: la enfermedad de su padre.

- ¿Aviso a tu padre para que te ayude con el equipaje?

- No se preocupe, doña Marta, yo puedo con todo. Mi padre no sabe aún que estoy aquí, esta es una visita sorpresa y mejor que me vea directamente en la casa. Muchas gracias por todo, sin usted aún estaría en Madrid. – Fina hizo amago de acercarse para despedirse de Marta con unos besos pero rápidamente rectificó al recordar que ya no estaba en Francia y la cercanía entre personas de distintas clases en Toledo no podía darse.

- Buenas noches, Fina. – Marta sonrió, se dio la vuelta y se apresuró a enfilar el camino hacia la puerta principal de la casa.

Fina se quedó parada unos segundos, contemplando como Marta se alejaba y puso rumbo en la otra dirección, la que daba acceso a los aposentos del servicio.


Toledo - París - ToledoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora