Hōkai No Seikii.

Prólogo - Maullidos bajo la Penumbra.

El otoño había llegado con una llovizna tranquila, pero persistente. Las gotas de lluvia caían en un suave compás, resonando en los tejados y calles vacías, como un canto melancólico que parecía contar historias olvidadas. Naoki, observando por la ventana, se sentía atrapado entre la calidez de su hogar y el llamado del mundo exterior. Decidió salir a dar un paseo. El aire húmedo y el sonido de la lluvia siempre conseguían despejar su mente, liberándolo de las ataduras del día a día. En días como este, con el cielo cubierto de nubes grises y la vida en la ciudad pareciendo detenerse, podía encontrar un poco de paz.

Al abrir la puerta, un viento frío le rozó la piel, llevándose consigo el calor de su refugio. Se ajustó su ropa holgada, sin importarle que pronto estaría empapado. No era el tipo de persona que se detenía por detalles como esos; siempre había sentido que la lluvia tenía su propio lenguaje, un murmullo de secretos que solo los valientes se atrevían a escuchar. Caminó sin rumbo fijo, disfrutando del ambiente fresco, con cada paso dejando atrás las preocupaciones de su vida diaria. La lluvia comenzó a intensificarse, transformándose en un torrente de gotas que resonaban en el suelo como pequeños tambores, creando una melodía que lo acompañaba.

A punto de dar la vuelta para regresar a casa, escuchó un sonido. Débil, pero inconfundible. Un maullido. Naoki frunció el ceño, tratando de localizar la fuente del ruido entre la lluvia. Se acercó a una caja de cartón maltratada, acurrucada bajo un pequeño techo, su presencia solitaria contrastaba con el bullicio de la tormenta. Dentro, un gato blanco con manchas negras lo observaba con ojos asustados y brillantes. Su pequeño cuerpo temblaba visiblemente, y Naoki sintió una punzada de empatía. Se agachó con cuidado, evaluando al pequeño animal.

"¿Estás herido?" murmuró, extendiendo la mano con suavidad, intentando ganarse su confianza. El gato, sin embargo, no tenía la misma intención. Con un rápido movimiento, arañó la mano de Naoki, dejando una marca roja en su piel, y salió corriendo, desapareciendo entre los charcos y sombras del callejón cercano.

"¡Espera!" gritó Naoki, poniéndose en pie para seguirlo. Justo cuando doblaba una esquina, chocó de frente con alguien. El impacto lo hizo tambalearse hacia atrás. Al alzar la vista, se encontró con Ren Kurogane, un chico de su vecindario, conocido por su mirada severa y su presencia silenciosa.

Ren lo miró con sus ojos marrón intenso, analizando la situación. "¿Te ocurre algo?" preguntó con voz calma pero cortante, como una hoja afilada. "No pareces del tipo que se lanza a chocar contra la gente sin razón."

Naoki, sonrojado por la torpeza del momento, sacudió la cabeza. "Lo siento, estaba distraído. Estaba... persiguiendo a un gato."

Ren alzó una ceja, casi divertido. "¿Un gato? Bueno, lo vi correr hacia el callejón de allí atrás. Pero ten cuidado, vi a un tipo raro merodeando por esta zona hace un rato."

Naoki agradeció rápidamente y se dirigió corriendo al lugar señalado. El callejón era oscuro y apenas iluminado por la luz tenue de un farol en la esquina, cuyo brillo parpadeante apenas lograba atravesar la cortina de lluvia. La atmósfera era densa, impregnada de un olor a tierra mojada y descomposición, mezclándose con el aroma de la lluvia que caía. Cada paso que daba resonaba en el silencio, y el eco de sus pisadas parecía casi una advertencia.

Al fondo del callejón, vio al gato, pero también vio algo más. Un hombre encorvado, sucio, con una navaja en la mano, acercándose peligrosamente al pequeño animal. La figura del hombre era escalofriante; su piel parecía estar cubierta de cicatrices y manchas, como si hubiera sido desgarrada por una tormenta de locura. Su rostro estaba envuelto en sombras, pero sus ojos, inyectados de locura, reflejaban un brillo insano que helaba la sangre. El corazón de Naoki se aceleró al notar la peligrosidad del momento. La navaja brillaba bajo la poca luz, y el hombre se acercaba al gato, disfrutando del pánico que emanaba del pequeño ser.