Capítulo 22 | Viendo doble

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—¡Angelito! Qué bueno que viniste. Hola, Oliver.

—Hola, hemos venido a ver a mi hermano... ¡A ti también! Pero... Es que...

—Vale, vale, lo entiendo. Te llevo cuñado, pero trata de no sentirte mal por lo que te diga, en estos momentos no es el mismo. Angelito tiene que quitarle lo que le colocaron.

—No tienen que preocuparse, ¿Vale? Yo lo entiendo, solo quiero verlo.

El pequeño sonrió un poco viendo cómo Daen coloca su brazo alrededor de los hombros de Oliver y lo arrastra hacia adentro. Salieron al jardín y el español estaba solo sentado mientras que se toma una taza de café. Oliver se paró frente a él y Gab levantó la mirada para verlo.

—¿Y este quién es?

—¿No me recuerdas?

—¿A ti? —Lo observó bien —No te me haces conocido, la verdad.

—¿Estás seguro?

—Muy seguro.

—Pastelito, míralo bien.

—Ya lo miré y no lo conozco. ¿Pueden alejarse un poco? Están molestando mi mañana —Oliver miró al pequeño y este se acercó al español, puesto que pudo ver aquellos ojos tristes en su amigo.

—Españolito, Oliver es tu hermano.

—No tengo ningún hermano que se llame Oliver. Mis hermanos son; Dalton, Clay y Eiber. No estén jodiendo. Es más, ya me fastidiaron la mañana, mejor me voy a la habitación —Se puso de pie y se empezó a alejar.

—¡Yo soy Eiber! —Eso hizo que el español detuviera sus pasos. Volteó a verlo y se quedó de ese modo por un rato.

Oliver solo quería que lo reconociera, ya con eso sería suficiente, pero no parece ser así y lo mira como si estuviera muy confundido y no puede culparlo, la última vez que lo vio era un simple bebé. Se fue acercando, hasta quedar de nuevo frente a él y el español lo siguió mirando, ahora sí fijándose en todo, como en sus ojos con heterocromía y aquel lunar que nunca olvidó.

—No puedes ser Eiber.

—Pero lo soy.

—¿Cómo llegaste aquí?

—Es una larga historia.

Esperaban todo menos que el español terminara abrazándolo con fuerza, hasta Oliver se sorprendió y no reaccionó con rapidez, pasado unos segundos, correspondió a su abrazo. Fue cerrando sus ojos poco a poco mientras que una sonrisa se va asomando y su corazón se llena de felicidad.

—Siempre esperé a que volvieras a casa, pero nunca lo hiciste.

—Lo sé, fui un cobarde y no pude volver.

—¿Fue por mamá?

—No, fue por todo. ¿Y dónde está Clay?

—No sé nada de él, también se fue de casa y me dejó solo con mamá. No me dijo nada, tomó sus cosas y se largó de casa. También creí que volvería al menos por mí, pero no lo hizo.

—¿Se fue o ella lo vendió?

—No sabría decírtelo. Ya Dal me contó muchas cosas de lo sucedido.

Ángel y Daen sonrieron un poco y les dieron espacio, ambos se fueron a la cocina para platicar ellos. El alto se dispuso a preparar café.

—¿Cuándo se lo quitarás?

—Bueno, primero debo hacerle unos exámenes que seguro no va a querer que le haga, así que hay que mentirle para ello. Aunque, no está siendo ningún peligro para nadie.

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