Jisung nunca planeó quedar embarazado y mucho menos del jefe de la mafia más peligrosa del país Lee Minho. Ahora atrapado en un mundo de sombras y violencia Jisung no solo debe protegerse a sí mismo sino también al los bebés que lleva dentro. Mientr...
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Cuando Jeongin ingresó al jardín vio a su jefe conversando con un omega de estatura mucho más pequeña. Cuando se acerco hacia ellos Jisung lo miraba con unos ojos que transmitían que lo estaba analizando en todo su esplendor.
— Jeongin, él es Jisung mi omega quien ahora también es tu jefe. Necesito que cumplas a pie de la letra lo que él te pida — hablo Minho dirigiéndose hacia Jeongin
— No lo hagas sonar como si fuera un mandon — intervino Jisung sonriendo con amabilidad — Mucho gusto, soy Han Jisung — Estiró la mano hacia Jeongin.
Jeongin dudó por un momento pero al ver que su jefe le asintió, tomó la mano de Jisung.
— Mucho gusto soy Yang Jeongin. Mi trabajo será protegerlo de cualquier cosa. No dude en decirme si necesita algo.
Entrelazaron las manos sin saber que ese momento sería el inicio de una gran amistad, lealtad y sobre todo apoyo mutuo que compartirían en el futuro.
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Hoy era un día especial, uno que Jisung había esperado con una mezcla de ansiedad y emoción. Hoy por fin escucharian los latidos de sus bébés. El aire en el auto estaba cargado de expectativas, mientras Jisung miraba por la ventana acariciando suavemente su vientre apenas abultado.
Minho mantenia su expresión como siempre impenetrable, pero Jisung podía sentir la tensión en su postura. Aunque Minho no lo decía Jisung sabía que también estaba nervioso.
— ¿Cómo crees que sonará? — preguntó Jisung en voz baja, rompiendo el silencio.
Minho lo miró de reojo y se permitió una pequeña sonrisa.
— Fuerte — respondió con convicción como si el simple hecho de decirlo hiciera que así fuera.
El hospital estaba tranquilo pero el corazón de Jisung latía rápido en su pecho. Minho siempre el protector mantuvo una mano en la parte baja de su espalda mientras caminaban hacia la consulta.
Jisung notó cómo Jeongin lo seguía de cerca, siempre vestido de negro, listo para cualquier eventualidad. Al ingresar al consultorio vieron a una beta acompañando a las dos que lo habían atendido en el chequeo anterior.
