Contigo a mi lado mis miedos huyen

Tan pronto como recibió el impacto Shen Qiao tuvo un deja vu.

Tenía cinco años. En ese entonces era muy pequeño para entender las palabras "accidente automovilístico" y "muerte por impacto" que decían los policías mientras uno lo cargaba y trataba de consolarlo. Paso años sin recordarlo, pero en ese instante tuvo algunos recuerdos vividos. Vinieron flashes poco precisos que su yo adulto ahora podía descifrar.

Sus padres estaban riendo en los asientos de adelante cuando una luz blanca lo apantalló. Su alrededor se sacudió y hubo muchos estruendos, cristales volaron en el aire, uno le rasguño la frente, el rechinido de las llantas de un auto, el crujido del fierro aplastandose y luego... silencio. Todo se quedó quieto. Ya no escucho la risa de sus padres y no podía verlos. Su cabeza dolía mientras sus piernas colgaban boca abajo y se sentía mareado. Lloró y llamó a sus papás pero ninguno le respondió.

De pronto, escuchó el eco de su propio llanto ese día. Se sintió tan vivido porque algunas cosas habían vuelto a suceder.

Después de acabar las compras en el supermercado el y Yan Wushi volvieron al auto de Yan Wushi que se quedó estacionado a un lado de la calle. Colocaron las bolsas de compras en el asiento trasero, Yan Wushi se sentó en el asiento del piloto, Shen en el asiento del copiloto y estaban por arrancar cuando un fuerte golpe los sacudió.

Un auto que iba a gran velocidad salió de su carril y los chocó por detrás. El golpe fue doble, pues movió el auto y lo suficiente para tener otro golpe, aunque más leve, contra el auto de adelante.

Shen Qiao solo sintió el impacto desde atrás, su nuca dio un azote contra la cabecera del asiento. Escuchó el crujido del metal, las alarmas de los autos y a Yan Wushi gruñir y maldecir. Abrió los ojos, algo desorientado y con la vista nublada, tuvo que parpadear para mirar a Yan Wushi quien se sobaba la sien sin dejar de maldecir.

El mayor le preguntó si estaba bien. Shen Qiao, algo confundido, respondió que sí. Apenas escuchó su respuesta Yan Wushi salió del auto y empezaron los gritos. Su pareja, por supuesto, fue a confrontar al tipo que los chocó.

Shen Qiao no alcanzaba a distinguir lo que decía, pero seguramente eran insultos. Estaba mareado y su mente revuelta. Se llevó la mano al cuello donde estallaba el dolor, volteo hacia atrás y forzó la vista para mirar el auto de atrás.

El capo del auto estaba levantado y humeaba confirmando la fuerza del golpe.

El accidente fue algo aparatoso

Los gritos subieron de tono. El dueño del auto de atrás también salió y enfrentó a Yan Wushi, nada avergonzado por haberlos chocado, por el contrario, parecía ofendido y amenazó con llamar a su aseguradora, Yan Wushi dijo lo mismo con un tono amenazante.

Sus voces se mezclaron con las alarmas de los autos y entonces comenzó el deja vu para Shen Qiao.

El fuerte impacto, los golpes y el mareo. Las alarmas de auto atronando en sus oídos. Por un momento pudo escuchar el eco de los gritos de su yo pequeño llamando a sus padres. Su cabeza comenzó a palpitar. Su corazón que brinco con el primer impacto no dejaba de correr más rápido como si hubiera una carrera que ganar.

¿Qué le sucedía? El golpe ya había pasado, no había sido muy grave y no había heridos, entonces ¿por qué se sentía tan... asustado?

Su respiración se agitaba, se llevó la mano al pecho y cerró los ojos. No era como esa vez, no era como esa vez. Se repitió tratando de conciliar la calma, pero los recuerdos y los fuertes ruidos a su alrededor no estaban ayudando. Así como tampoco las sirenas que comenzaban a oírse a lo lejos. Justo como ese día que estuvo en los brazos del oficial hasta que llegó su tío Qi Fenge y lo abrazo. Lloró en su hombro hasta que se quedó dormido.