; 𝑇𝑎𝑘𝑖𝑛𝑔 𝑦𝑜𝑢𝑟 𝑐ℎ𝑎𝑛𝑐𝑒

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—¿Buenooo? —su voz, tranquila y juguetona atravesó el silencio de la calle —. ¿Todo bien?

Eduard se detuvo un momento, cerrando los ojos. Su corazón latía con fuerza, y las palabras de Yeri seguían golpeando su mente. Respiró hondo antes de responder, intentando no sonar tan alterado como realmente se sentía.

—Sí... no lo sé, tal vez no —admitió, pasándose una mano por el cabello mientras comenzaba a caminar sin rumbo fijo—. Necesitaba escucharte, hablar contigo.

Hubo una pausa al otro lado de la línea, luego el tono de Alessia cambió, más atento y serio.

—¿Qué pasó? —preguntó con suavidad, sabiendo que algo más profundo estaba ocurriendo—. Cuéntame.

Eduard vaciló, sin saber cómo abordar lo que acababa de suceder. Parte de él quería contarlo todo, desahogarse, pero otra parte se sentía culpable, como si Yeri hubiera plantado una semilla de duda que no quería ver crecer.

—Es Yeri... las cosas se han complicado entre nosotros —confesó, su voz tensa—. y siento que no puedo más. No quiero seguir con esta farsa del Crymua —. Eduard se detuvo, sus ojos fijos en el pavimento, como si las palabras de Alessia fueran un ancla que lo mantenía en el presente. —Lo sé —respondió con un susurro—. Lo que colmó mi paciencia es que Yeri sugirió que tú... que tú tienes a alguien más. Que quizás me animas tanto porque no te importa lo que haga.

Alessia soltó un suspiro al otro lado, pero no de frustración, sino de paciencia.

—Eso no es verdad, y lo sabes —dijo con firmeza—. No tengo a nadie más, Eduard. Estoy contigo porque te quiero y confío en ti. Lo que Yeri esté diciendo proviene de otro lugar, de sus propios miedos o inseguridades, no del nuestro.

Las palabras de Alessia lo golpearon con la fuerza de la verdad. Era lo que necesitaba escuchar, lo que su corazón sabía, pero su mente se había negado a aceptar en medio de todo el caos.

—Tienes razón —dijo, su voz más firme—. Lo siento, Alessia. Solo... siento que todo se está desmoronando.

—No tienes que disculparte —respondió ella con ternura—. Estoy aquí para ti, para hablar cuando lo necesites. Pero si esto te está afectando tanto, quizás sea hora de reevaluar lo que quieres hacer con Crymua.

Eduard asintió, aunque ella no pudiera verlo.

— Ya lo decidí. No puedo seguir haciendo esto —confesó finalmente—. No si significa sacrificar lo que realmente me importa.

—Entonces hablemos de ello cuando vuelvas —sugirió Alessia con calma—. Pero ahora, quiero que respires, te calmes un poco. Estaré aquí.

Eduard sintió un alivio profundo al escuchar esas palabras. Por primera vez en horas, su mente comenzó a despejarse.

—Gracias, Lessi —dijo, su voz llena de gratitud—. Te quiero.

—Yo también te quiero —respondió ella, su voz una caricia para sus sentidos—. Nos vemos pronto, Cri Cri.

Después de la llamada, Eduard tomó un taxi hasta el hotel. Su mente, aún revuelta por lo ocurrido, poco a poco se fue calmando. Sabía que la situación con Yeri no se resolvería de inmediato, pero al menos ahora tenía claro lo que debía hacer: poner fin al Crymua y ser sincero con Alessia, consigo mismo, y con su trabajo.

Mientras avanzaban por las calles concurridas, las luces del hotel donde se hospedaba junto a Alessia comenzaron a vislumbrarse en la distancia.

Cuando finalmente llegó a la entrada del hotel, se detuvo un instante. Miró las puertas de cristal, su reflejo distorsionado por las luces brillantes del vestíbulo. Estaba agotado, tanto física como emocionalmente, pero una sensación de alivio lo envolvía lentamente. Todo lo que quería en ese momento era ver a Alessia, sentir su presencia reconfortante.

"SLUT!" ; xCryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora