Memorias: Joffrey

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Joffrey odiaba los dulces, incluso su madre le contó que solía vomitar cuando los comía al estar embarazado de él; sobre todo si era pay de fresas

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Joffrey odiaba los dulces, incluso su madre le contó que solía vomitar cuando los comía al estar embarazado de él; sobre todo si era pay de fresas... Esa asquerosidad. Lucerys nunca tuvo problemas con que Joffrey comiera demasiados dulces, a su bebé simplemente no le gustaban.

Pero el elixir dulce que salía del suave cuello de Daeron, era la excepción. Succionaba como una cría succionaría el pecho de su madre, hasta saciar su sed del omega y que se le durmiera la lengua. Lo llenaba de marcas y lo tenía tembloroso y llorón bajo su cuerpo, su coño goteando...

Todo en Daeron era dulce: ojos, sonrisa, labios... Hasta los espantosos berrinches que hacía al no conseguir lo que quería.

Algodón de azúcar y una llamada telefónica antes de dormir.

Comentarios descarados en los momentos menos adecuados y miradas juguetonas durante la cena.

Besitos a escondidas y caricias indecentes.

Gemidos reprimidos y un apretón en el brazo.

—¿Me quieres, Joffrey?

—Más que a mi vida —le dijo y Daeron sonrió.

Vaya que sonrió. Y Joffrey sentía que se moría.

Ese olorcito dulce que el omega desprendía hizo burbujear su corazón, su barriga y su verga.

—¿Cuál es tu dulce favorito, Joffrey?

—Odio los dulces —respondió—, pero me gustas tú. Solo tú.

Daeron era ese caramelo que adoraba lamer; su piel llena de lunares en la que podía formar constelaciones.

—Quiero casarme contigo.

—Estás loco... y en celo.

—Tú sabes lo que dicen: que los niños y los alfas en celo siempre dicen la verdad. 

DO YOU LIKE ME NOW? (lucemond, joffron)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora