Al llegar al evento junto a Rodrigo, la multitud de periodistas me golpeó como una ola. Las luces de las cámaras se encendieron en cuanto salimos del coche, y las preguntas comenzaron a lanzarse de inmediato. Aunque no estaba con Nico, algo en mi interior me impulsó a enfrentar la situación de manera diferente. No podía seguir siendo simplemente el espectador pasivo. Si iba a estar en esto, tenía que asumirlo.
Rodrigo, como siempre, estaba cómodo bajo el foco de atención. Sonreía, saludaba y respondía con la confianza que solo alguien que ha estado toda su vida en este mundo puede tener. Yo, por otro lado, sentía la presión de las cámaras y el bullicio, pero no quería quedar como el tipo que siempre se esconde o evita los flashes.
Me acerqué a un grupo de periodistas que esperaban la oportunidad para lanzar sus preguntas. Aunque el ambiente era tenso, decidí dar un paso adelante. Sabía que tenía que mantener la calma y no dejar que las dudas se apoderaran de mí. Rodrigo me miró de reojo y me dio una sonrisa rápida, como si me estuviera diciendo "hazlo, está bien".
Una reportera levantó la mano y me señaló, su micrófono acercándose rápidamente.
—Iván, ¿qué opinas sobre los rumores de tu relación con Rodrigo? ¿Es todo un montaje o algo más serio?
La pregunta llegó con la rapidez de un disparo, me detuve a pensar por un momento. Tal vez, si daba una declaración firme y confiada ante las cámaras, podía manejar la situación a mi antojo. Por lo que, después de unos segundos, respondí con firmeza:
—Es algo serio —dije, sin titubear—. Rodrigo y yo estamos en esto de verdad. Sí, la gente puede tener sus opiniones, pero lo importante es lo que sentimos nosotros. Es fácil para los demás especular, pero yo confío en Rodrigo. Lo conozco, y sé que no haría nada que me lastimara o que pusiera en duda lo que tenemos.
Hubo un murmullo entre los periodistas, y otro de ellos preguntó rápidamente, apuntando hacia la controversia reciente.
—¿Qué piensas sobre las fotos que aparecieron de Rodrigo y Tomás juntos? ¿Eso cambia algo en tu relación?
Me detuve por un momento, sintiendo la mirada de Rodrigo sobre mí. Sabía lo que quería decir, pero tenía que ser firme. Miré a la reportera y respondí con claridad:
—Miren, yo sé lo que he vivido con Rodrigo. Sé la clase de persona que es, y no tengo ninguna duda de su lealtad. A veces, los medios generan historias a partir de nada, y no me voy a dejar arrastrar por eso. Tomás y Rodrigo tienen un pasado, sí, pero yo tengo confianza plena en él. No me importa lo que digan los terceros ni lo que aparezca en los titulares. Lo que tenemos es real, y eso es lo único que importa.
Rodrigo me miró de reojo, sonrió ligeramente y me dio un leve toque en el hombro, como si estuviera diciéndome que lo había hecho bien. No era algo que esperaba hacer, pero en ese momento, me sentí decidido. Las dudas de la gente, los rumores, no tenían lugar entre nosotros.
Me sentí más ligero, como si, aunque las preguntas no iban a parar, al menos yo había dicho lo que tenía que decir. Y por primera vez, no me sentía tan atrapado en esta farsa.
Después de la breve pero intensa sesión con los periodistas, finalmente nos dirigimos hacia el salón del evento. Las luces del lugar eran brillantes, y el bullicio de la multitud de invitados se hacía notar, pero ahora me sentía un poco más en control. Rodrigo caminaba a mi lado, su presencia siempre relajada en medio de la marea de gente, pero había algo diferente en su postura. Había una pequeña sonrisa en su rostro que me hizo preguntarme si estaba, de algún modo, orgulloso de lo que acababa de decir.
Mientras avanzábamos entre los invitados, noté que varias personas nos miraban, algunas curiosas, otras con una mezcla de admiración y sorpresa. Rodrigo seguía saludando a conocidos, pero sin perderme de vista. Fue entonces cuando, al llegar a un rincón más tranquilo del salón, me detuvo y puso una mano en mi hombro.
—Eu —dijo, mirando directamente a mis ojos—. Lo hiciste bien afuera. Me alegra que hayas tomado la decisión de hablar así.
Me sorprendió un poco, no esperaba una reacción tan positiva de su parte. Había algo genuino en su tono, como si de verdad apreciara mi decisión de ser más abierto con los medios, y, por supuesto, con él. Su mirada, usualmente brillante y llena de energía, tenía un toque más cálido que de costumbre.
—Gracias, Rodri —respondí, sintiéndome un poco más aliviado, aunque las emociones seguían mezcladas en mi interior. El peso de las cámaras había bajado un poco, pero el hecho de haber hablado con tanta claridad aún me daba vueltas en la cabeza.
Rodrigo sonrió, la típica sonrisa suya que siempre parecía capaz de iluminar el lugar. Esta vez era más íntima, casi como si estuviera mostrando una faceta suya que solo unas pocas personas llegaban a ver.
—Sabía que lo harías —añadió con una risa ligera, pero genuina—. Y honestamente, eso de "no me importa lo que digan los terceros"... Eso fue muy fuerte. Me gustó.
Me sentí un poco avergonzado, pero en el buen sentido. Había hablado con el corazón, y ahora que lo pensaba, no solo lo había hecho por la relación que fingíamos tener, sino por la mía propia. No quería seguir siendo el tipo que se oculta, ni el que es espectador de su propia vida.
Finalmente, mientras caminábamos juntos hacia el grupo de personas que nos esperaban para entrar formalmente al evento, Rodrigo me dio una última palmada en la espalda.
—Vamos. Lo que sea que venga, lo haremos juntos. Y ahora... ya sabes, no tienes que esconderte.
Sus palabras, aunque sencillas, me dejaron con una sensación de alivio. Mientras nos adentrábamos en el salón, la presión del evento y las cámaras seguían, pero ahora, al menos, sentía que tenía a alguien con quien compartir el peso.
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Entre escenas y letras
RomansaIván Buhajeruk, un escritor que nunca quiso ser famoso, se ve obligado a fingir una relación con el actor Rodrigo Carrera para mantenerse en el ojo público tras el éxito de su última novela.