Capítulo 44.

3 4 0
                                    

Esta noche hemos dormido juntos en su cama. Anoche cenamos pizza cuatro quesos que tenía Antoine congelada y vimos una película de miedo la cual ahora no recuerdo el nombre, solo sé que nunca la había visto y que iba de unos amigos que se iban de fin de semana a una cabaña, pero no nos gustó. A día de hoy ya no hacen películas buenas de miedo, ya casi siempre son todas iguales y me acaban aburriendo a pesar de gustarme tanto el género de terror. Después de cenar nos lavamos los dientes juntos en el baño, un momento el cual me pareció íntimo y bonito.

Creo que el sexo es secundario cuando hablamos de intimidades, para mí es más íntimo este tipo de cosas, dormir con alguien, lavarse juntos los dientes, hablar con el corazón, conocer cada secreto y detalle del otro, es muchísimo más íntimo y personal que acostarse con alguien por placer. Por eso supongo que me prendé de Antoine desde el primer momento, porque me tocó el alma y el corazón mucho antes que la piel, antes de aquel beso yo sabía que sentía cosas fuertes por él, normalmente funciono al revés, beso primero a la persona y luego descubro si siento o no algo, pero con él todo es diferente, por eso supongo que me he enamorado tan rápido de él, porque llevo toda la vida esperándole aún sin saberlo.

-Buenos días-dice Antoine en mi oído.

Sonrío y abro los ojos para poder verle.

-Buenos días.

-Te he traído el desayuno-dice enseñándome una bandeja que ha puesto en la cama.

-Vaya... Gracias.

Nunca nadie salvo Hugo me ha traído el desayuno a la cama. La bandeja está llena de tortitas, croissant, zumo de naranja y café con leche frío.

-Esto será para los dos, ¿verdad? No voy a comerme todo esto.

-Si me invitas y me dejas, estaré encantado de desayunar contigo.

Le hago un gesto para que se siente conmigo y desayunemos juntos. Nunca desayuno más que un café, nunca tengo hambre por las mañanas, pero no podría decir que no a este gran banquete y a la compañía.

-Antoine, estos croissant son deliciosos, no me canso de comerlos, vas a hacer que engorde-digo riéndome.

-Si decides quedarte, podría hacértelos todos los días-me dice.

-¿No decías que no ibas a volver a decir esa frase?-le pregunto mirándole de reojo.

-Cierto, perdona. Quédate, prometo que te los haré todos los días.

Me río ante su comentario y le pego con un trozo de croissant en la mejilla.

-¡Oye! No le hagas eso a mi delicioso croissant-dice riéndose.

Es precioso, pero cuando se ríe lo es aún más. Probablemente sea la risa más bonita que he escuchado nunca, es como si le saliese desde lo más profundo de su garganta, como si se dejase la vida en ello.

Le quiero, joder le quiero tanto que hasta a mí me sorprende. ¿Cómo es posible querer tanto a alguien en tan poco tiempo? Creo que jamás podré dejar de formularme esa pregunta en mi cabeza.

-Eres preciosa, ¿lo sabías?

-Deja de decir eso, no me avergüences-respondo riéndome.

-¿Sabías que cuando te ríes tienes cara de enfadada?

-¿Por qué?

-Porque frunces el ceño y arrugas la nariz, exactamente igual que cuando estás enfadada, salvo que inflas los labios cuando algo no te gusta.

De la misma forma que él se ha fijado en esas cosas, yo también me fijo en las suyas. Cuando sonríe se le achinan los ojos y le salen dos preciosos hoyuelos en la cara, cuando está triste sus ojos azules se vuelven un poco más oscuros y cuando está preocupado le tiembla el labio inferior. Cuando alguien te interesa o te gusta te fijas hasta en el mínimo detalle de esa persona.

-Vístete, vamos a dar una vuelta a la ciudad.

-¿Ahora?-pregunto.

-No pensarás que vamos a estar todo el día en casa metidos, ¿verdad?

-No pero no pensaba irnos tan pronto.

-Te prometí que si venías te enseñaría todo, no pienso romper mi palabra y mucho menos dejar que París pierda la oportunidad de verte.

Me levanto de la cama para recoger el desayuno y fregar los vasos para poder arreglarme y dejar todo limpio. Antoine mientras tanto hace la cama y friega el suelo también.

Si decides quedarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora