𝐃𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐍𝐢𝐞𝐯𝐞

El viento gélido de diciembre soplaba con fuerza, haciendo que las ventanas del castillo de Hogwarts crujieran bajo su presión.

La nieve había comenzado a caer desde temprano, y ahora cubría el suelo en un manto blanco y suave, transformando el paisaje habitual en un mundo invernal. James Potter, envuelto en su gruesa capa de invierno, observaba con una sonrisa en el rostro cómo los copos de nieve caían desde el cielo y se acumulaban en el suelo.

Era su séptimo año en Hogwarts, y aunque ya había vivido seis inviernos en el castillo, nunca dejaba de emocionarse cuando veía caer la primera nevada. Algo en esa escena lo llenaba de una felicidad que no lograba explicar del todo, pero sabía que tenía que ver con recuerdos de su infancia, de sueños de nieve que nunca llegaron hasta que puso un pie en Inglaterra.

Lily Evans, su pareja desde hace poco, lo observaba desde un rincón de la sala común de Gryffindor. Desde que habían empezado a salir, había notado esa fascinación casi infantil de James por la nieve, algo que la intrigaba profundamente. ¿Qué tenía de especial la nieve para él? Claro, para la mayoría de los estudiantes de Hogwarts era algo normal, pero James... él lo vivía de una forma distinta, como si viera algo que los demás no podían percibir.

Después de varios días observando su comportamiento y preguntándose por la razón, Lily decidió que era hora de averiguarlo. Decidida, decidió que hablaría con algunos de sus amigos, esperando obtener alguna pista.

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El primer intento de Lily fue acercarse a Arthur Weasley, quien había sido prefecto en años anteriores y ahora trabajaba en el Ministerio, pero seguía visitando Hogwarts ocasionalmente por cuestiones de trabajo. Lo encontró paseando por los terrenos cubiertos de nieve.

—Arthur, ¿tienes un momento? —preguntó mientras se acercaba a él.

Arthur sonrió, siempre dispuesto a ayudar.

—Claro, Lily, ¿en qué puedo ayudarte?

Lily se mordió el labio, no muy segura de cómo abordar el tema.

—Es sobre James. He notado que se emociona mucho cuando ve la nieve caer, pero... no entiendo por qué. ¿Sabes algo sobre eso?

Arthur rió suavemente, como si entendiera exactamente a lo que se refería.

—Oh, claro que lo sé. Pero... —hizo una pausa, mirándola con una sonrisa enigmática—. No puedo decírtelo. No sin su permiso, al menos.

Lily lo miró, incrédula.

—¿Es en serio? ¿Ni siquiera puedes darme una pista?

Arthur negó con la cabeza, todavía sonriendo.

—Lo siento, Lily. Tal vez deberías preguntarles a sus amigos más cercanos. Los Merodeadores sabrán más que yo.

Frustrada pero decidida, Lily decidió que lo siguiente sería hablar con los Merodeadores. Si alguien sabía la verdad, serían ellos.

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El primero en su lista fue Peter Pettigrew. Lo encontró en la biblioteca, absorto en un pergamino largo y complicado, probablemente un trabajo de último momento. Lily se sentó frente a él y fue directa.

—Peter, necesito que me cuentes algo.

Peter levantó la mirada, sorprendido por su tono, y asintió lentamente.

—¿Qué necesitas, Lily?

—Quiero saber por qué James se emociona tanto con la nieve. —Lo dijo con total claridad, sin darle tiempo a evadir la pregunta.