El sol apenas había comenzado a levantarse cuando el Clan Nie despertó a una nueva rutina. Discípulos entrenando con mayor intensidad, guardias patrullando los terrenos con una vigilancia renovada, y en el centro de todo, los tres hermanos Nie, cada uno desempeñando su papel en esta guerra silenciosa que se avecinaba.
Fenghua estaba en el patio de entrenamiento, observando a los jóvenes discípulos mientras realizaban los movimientos de espada. Aunque había estado lejos durante años, su presencia era imponente. Los discípulos la miraban con respeto y temor; sabían que había sobrevivido a situaciones extremas y que su fuerza rivalizaba con la de su hermano mayor. Sin embargo, su estilo era diferente al de Mingjue: donde él era poder crudo, Fenghua era precisión y estrategia.
—¡Concéntrense! —les gritó a los discípulos que parecían vacilar en sus movimientos—. Una sola distracción en el campo de batalla es la diferencia entre la vida y la muerte.
Mientras los observaba, Fenghua no podía evitar que sus pensamientos volvieran a las palabras de Mingjue y Huaisang la noche anterior. La amenaza del Clan Jin no era algo que se pudiera tomar a la ligera, pero lo que más le preocupaba era la posibilidad de que los Jin estuvieran utilizando artes oscuras. Había visto lo que esas fuerzas podían hacer. Había presenciado de primera mano cómo transformaban a cultivadores poderosos en marionetas sin voluntad propia. Y si el Clan Jin dominaba esos poderes, el mundo cultivador estaba en peligro.
Cerca de allí, Nie Huaisang recorría los archivos del clan, una tarea que solía evitar, pero que ahora asumía con una seriedad inusual. Huaisang siempre había preferido evitar la confrontación directa, pero sabía que esta vez no podría mantenerse al margen. La información era su arma, y necesitaba entender qué estaba planeando el Clan Jin si quería proteger a su familia.
—¿Qué es esto? —murmuró Huaisang para sí mismo mientras desenrollaba un antiguo pergamino polvoriento. Los documentos antiguos a menudo contenían pistas ocultas entre líneas, y Huaisang era un maestro en desenterrar secretos que otros pasaban por alto. Mientras leía, su expresión se tornó más seria. Los Jin habían estado comerciando con artefactos prohibidos durante años, y algunos de esos objetos habían desaparecido de los registros oficiales. Nadie había notado la desaparición porque los Jin tenían la habilidad de hacer que los detalles incómodos desaparecieran de los libros. Pero Huaisang lo había encontrado.
—No es solo una guerra de poder —pensó—. Están buscando algo más. Algo que les dé control absoluto.
Decidió que esa misma noche, compartiría su hallazgo con sus hermanos. Mingjue necesitaba saberlo, y Fenghua, con su experiencia, podría ayudar a descifrar el verdadero alcance del peligro que enfrentaban.
Al caer la tarde, los tres hermanos se reunieron en el salón principal de nuevo, en un ambiente mucho más tenso que la noche anterior. Fenghua había notado la preocupación en los ojos de Huaisang mientras se acercaba al salón, lo cual no era un buen augurio.
—¿Qué has encontrado? —preguntó Mingjue, directo, sin rodeos. Huaisang le lanzó una mirada rápida antes de abrir el pergamino que había encontrado.
—Los Jin han estado recolectando artefactos prohibidos, algunos con siglos de antigüedad. Artefactos vinculados a las artes oscuras —explicó Huaisang—. Han hecho desaparecer estos objetos de los registros oficiales, pero si sigues los rastros correctos, puedes ver que han ido acumulando poder poco a poco.
Fenghua entrecerró los ojos, procesando la información.
—Artefactos prohibidos... Eso solo puede significar una cosa. Están buscando un tipo de poder que no pueden obtener por medios normales. Los Jin siempre han sido ambiciosos, pero esto va más allá. Si están jugando con fuerzas oscuras, buscan alterar el equilibrio del mundo cultivador.
—Exactamente —afirmó Huaisang—. Y si continúan por este camino, el Clan Jin no solo buscará la supremacía sobre los demás clanes, sino también el control absoluto sobre las artes oscuras. Si lo logran, nadie estará a salvo.
Nie Mingjue se levantó, cruzando los brazos mientras caminaba por la habitación.
—No podemos permitir que eso suceda. Necesitamos tomar medidas, pero debemos ser cuidadosos. Si actuamos sin pensar, los Jin podrían utilizarlo como excusa para desatar el caos.
—Debemos buscar aliados —sugirió Fenghua—. Si los Jin están utilizando artes oscuras, eso podría romper las reglas fundamentales del mundo cultivador. Los Lan nunca permitirán que eso ocurra, y Wei Wuxian, en el Clan Jiang, también se opondría a algo así. No podemos enfrentarnos a los Jin solos, pero si logramos movilizar a los clanes Lan y Jiang, podríamos detenerlos antes de que sea demasiado tarde.
Mingjue asintió, dándole la razón.
—Hablaré con Lan Xichen y con Jiang Cheng. Pero esto tiene que manejarse con el mayor sigilo posible. Los Jin tienen ojos y oídos en todas partes. Si sospechan que estamos movilizando a otros clanes en su contra, podrían actuar antes de que estemos listos.
Fenghua se levantó y puso una mano en el hombro de Mingjue.
—Estamos juntos en esto, hermano. Cualquier amenaza contra Qinghe es una amenaza contra todos nosotros. No importa cuántos años haya pasado lejos, siempre lucharé por el clan.
Huaisang, más callado de lo habitual, asintió también. Sabía que, aunque no compartía el mismo enfoque de batalla que sus hermanos, tenía un papel crucial en esta lucha. La información que había encontrado era solo el principio, y necesitarían más para desmantelar el plan de los Jin.
—Entonces estamos de acuerdo —dijo Mingjue finalmente, con una determinación férrea en su voz—. A partir de este momento, no podemos fallar. Los Jin piensan que están jugando sucio, pero nosotros somos los Nie. Defenderemos lo que es nuestro con cada gramo de nuestra fuerza.
La sala quedó en silencio. Los tres hermanos sabían que las palabras de Mingjue no eran solo una promesa, sino una declaración de guerra.
Y mientras el sol se ponía sobre Qinghe, los vientos oscuros que soplaban desde Lanling Jin anunciaban que la batalla estaba mucho más cerca de lo que cualquiera de ellos hubiera imaginado.
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La Nie Perdida
FanfictionDescubrieron a un hermano perdido hace mucho tiempo, el Clan Nie se enfrenta a nuevos desafíos y revelaciones que podrían cambiar el destino de la secta y de los hermanos Nie para siempre.