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RUSIA

Salvatore — Lana Del Rey

La puerta se cerro y el sonido de pasos acercándose solo me informaba de la hora que debía ser. Me lleve las manos al rostro, suspirando con frustración. Aquí íbamos de nuevo.

Señor, buenos días— Mi queja salió en un gruñido, de lo mas profundo de mi pecho, mientras me removía en la cama. Deseaba que entendiera que no tenia ganas de que me molestara a estas horas de la mañana—Señor, ya debe levantarse

Si, eso ya lo sabía, pero de todas formas quería hacer caso omiso y continuar durmiendo. Pero eso no estaba entre sus planes. Escuche como chasqueaba los dedos y el ruido de las cortinas al correrse.

Se me escapo otro gruñido cuando la claridad golpeo contra mis parpados aun cerrados, haciéndome dar media vuelta y meter la cabeza entre las almohadas, buscando algo de oscuridad para poder continuar durmiendo. Entonces sentí como jaloneaban las sábanas. Al parecer no tenia de otra.

Me senté en la cama, sacándome las almohadas de encima y frunciendo el ceño al tener que abrir los ojos y acostumbrarme a la claridad. Lleve mi mirada al que se encontraba junto a la cama, que sonreía como si no acabara de arruinarme la mañana. Deseaba poder ahorcarlo.

Buenos días, señor— Me limite a maldecirlo en voz alta, estirándome un poco para quitarme la pereza. Odiaba despertarme—Feliz cumpleaños

Que te jodan— Me levante de la cama y camine al baño.

Me detuve frente al espejo del baño, analizando el reflejo que este me ofrecía y solo pude suspirar. No habia mucho que me gustara de lo que veía. Habia que empezar la rutina una vez más.

El agua helada termino de despertarme y así los pensamientos llegaron a invadirme la cabeza. Todos los días lo mismo, nunca habia ni el más mínimo cambio.

Bañarme con agua fría, vestirme, desayunar mientras escuchaba a mi capital enumerar las tareas del día, salir de mi casa hacia la casa blanca para encerrarme en mi oficina a revisar papeles y firmar, aun si no estaba de acuerdo con lo que decían. Almorzar con el presidente, volver a mi oficina a fingir interés en lo que funcionarios y embajadores venían a decirme, regresar a mi casa, cenar en soledad y luego regresar a la cama para tratar de dormir, aunque no lo conseguía con facilidad. Para luego despertar y repetirlo.

Incluso el día de hoy, que se suponía era una "fecha especial", en realidad no tenia mucho de especial. No celebraba la navidad ni mucho menos, así que de todas formas debía ir a trabajar, lo único diferente seria que no muchos llegarían a molestar en la tarde. Diciembre era de los meses mas tranquilos.

De todas formas, no habia nadie que celebrara mi cumpleaños, ni siquiera mi propia gente. Desventajas de haber nacido un veinticinco de diciembre.

Tiene una llamada— Aparte mi mirada del jugo de naranja, del que estaba muy seguro poca naranja real tenia, que sujetaba con una de mis manos y gire a ver a mi capital. Esto no estaba dentro de la rutina—Es de... América

¿América? — Murmure, con notoria sorpresa. ¿Por qué llama a esta hora? —Pásamelo

La risa del americano capto mi atención en cuanto acerque el teléfono a mi oreja, era la primera pizca de felicidad que percibía en semanas.

¿Cómo esta el cumpleañero? — Se me dibujo una sonrisa en el rostro, de verdad se habia acordado—¿Qué? No me digas que creíste que no lo recordaría, soy bueno con las fechas

𝕮𝖚𝖆́𝖑 𝖊𝖘 𝖊𝖑 𝖕𝖗𝖊𝖈𝖎𝖔 || 🇷🇺ʀᴜꜱɪᴀxᴄᴏʟᴏᴍʙɪᴀ🇨🇴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora