2: Un nuevo comienzo

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Alya POV
Mi primer día en el convento comenzó con una mezcla de nervios y curiosidad. Al cruzar las puertas de piedra, un aire fresco y tranquilo me envolvió, como si el tiempo se detuviera en este lugar sagrado. Las paredes adornadas con vitrales proyectaban luces de colores, creando un ambiente casi mágico, pero mis pensamientos estaban llenos de preguntas.

Pronto conocí a la hermana María. Tenía 22 años, un brillo especial en sus ojos y una sonrisa que iluminaba su rostro. Desde el primer momento, su energía me hizo sentir más cómoda.

—¡Hola! Soy Alya —me presenté, sintiéndome un poco tonta por lo nerviosa que estaba.

—¡Hola, Alya! Soy María. Estoy aquí para ayudarte a aclimatarte —respondió con entusiasmo. Su calidez era como un rayo de sol en un día nublado.

Mientras recorríamos los pasillos del convento, María comenzó a contarme sobre su vida aquí. Pero fue cuando mencionó al padre Nicholas que mis oídos se agudizaron.

—Es un hombre maravilloso —dijo, su tono lleno de admiración—. Tiene una forma de ver el mundo que realmente inspira a todos.

—Lo sé, lo conocí ayer —respondí, sintiendo que la emoción brotaba en mi voz—. No puedo evitar sentirme confundida. Hay algo en él que me atrae, pero también me siento un poco fuera de lugar.

María me miró con comprensión.

—Es normal sentirse así. Tiene esa capacidad de hacer que todos se sientan importantes. Pero ten cuidado, porque Rose está muy celosa de las que se le acercan —me advirtió, su voz bajando un tono conspirador.

—¿Rose? —fruncí el ceño—. ¿Por qué tiene celos?

—Es posesiva con el padre Nicholas —explicó María—. Ella cree que nadie debería acercarse a él, especialmente las nuevas. Así que, si decides hablar con él, prepárate para su mirada fulminante.

La advertencia de María encendió mi curiosidad. Quería saber más sobre ese mundo que giraba en torno al padre Nicholas y cómo me encajaría en él.

Al poco tiempo, llegamos a la capilla. Al entrar, lo vi de pie, rodeado de un grupo de hermanas, su presencia era magnética. Cuando notó mi llegada, su mirada se posó en mí y su sonrisa se amplió.

—¡Alya! Bienvenida de nuevo —dijo, su voz suave y profunda. Sentí que mi corazón latía con fuerza.

—Gracias, padre. Es un lugar muy especial —respondí, sintiendo cómo el rubor subía a mis mejillas.

A medida que me acercaba, la tensión en el aire se hizo palpable. Había algo en su mirada que me hacía sentir viva, como si pudiera ver más allá de la superficie.

—Si necesitas ayuda con algo, no dudes en decírmelo. Estoy aquí para ti —dijo, su tono lleno de sinceridad. Era como si estuviera prometiéndome un mundo de posibilidades.

Antes de que pudiera articular una respuesta, Rose apareció de repente, interrumpiendo nuestra conversación. Su rostro era una máscara de desdén, y sus ojos estaban fijos en mí.

—Padre Nicholas, hay algunos asuntos que necesita atender —dijo, cortante. Su tono no dejaba lugar a dudas: estaba tratando de ponerme en mi lugar.

La forma en que me miraba hizo que sintiera un escalofrío. En un instante, la conexión que había sentido con el padre Nicholas se esfumó. Él, sin embargo, se giró hacia mí un momento más, como si quisiera asegurarme de que estaba bien.

—Hablamos después, Alya —dijo con una calidez que me reconfortó, antes de dejarse llevar por Rose.

Mientras se alejaban, miré a María, que me devolvió una sonrisa comprensiva.

 F O R B I D D EN   V O W S  -Nicholas Chávez-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora